Castigará Dios Al Impío Eternamente

Haga clic en la portada para poder descargarlo

Muchos cristianos creen que la persona que muere sin Jesucristo va al infierno al momento de morir para sufrir eternamente en el fuego preparado para el diablo y sus ángeles. En la mente y corazón de los que creen así debe haber un peso casi indescriptible al pensar que sus seres queridos estarán sufriendo el tormento eterno del fuego si es que no conocieron al Señor. Esta drástica doctrina quizá ofrece un incentivo para que algunos pecadores busquen al Señor, pero probablemente en lugar de acercarlos, los ha alejado más de Dios y del Señor Jesucristo.

El verdadero problema acerca de esta doctrina no es cómo impacta a aquellos que la escuchan, sino saber si realmente refleja lo que dicen las Santas Escrituras.  Este folleto examinará los versos usados para apoyar la creencia de un castigo eterno, y al mismo tiempo ofrecerá explicaciones alternas para probar que el sufrimiento de la destrucción es por un periodo de tiempo limitado.  Cuando alguien muere sin Cristo, su familia puede recibir consuelo sabiendo que el castigo, según las Escrituras, durará solamente un poco de tiempo y terminará eternamente en la nada.

Las siguientes son tres razones bíblicas que nos indican que el destino de los pecadores no envuelve agonía sin fin en un infierno ardiente.

  1. La creencia del tormento eterno es incompatible con el abrumador testimonio en las Escrituras de que Dios es amor.
  2. Los pocos versos de la Biblia que sugieren la idea de un tormento eterno pudieran ser entendidos en formas que no se oponen a la idea de un Dios amoroso.
  3. Muchos versos de la Biblia dan la idea del destino de los impios e incrédulos como si su fin fuera la destrucción total y la muerte eterna.

Un Dios Amoroso

La creencia del tormento eterno contrasta totalmente con la imagen absoluta y llena de luz del Dios que nos muestra la Biblia:

Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad  (Salmo 86:15 también ver Éxodo 34:6; 7);

El Señor es muy misericordioso y piadoso (Santiago 5:11);

Dios es amor (1 Juan 4:8, 16); y

Porque para siempre es su misericordia (Salmos 136; todos los 26 versos de este salmo terminan con la misma declaración jubilosa de que la misericordia de Dios, no su ira, es para siempre). Esto es igual a lo que proclamaba el Rey David, “Porque por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida” (Salmos 30:5).

Más declaraciones sencillas de las Escrituras como estas, muestran a un Dios compasivo, amoroso, amable, bueno, tierno y justo. Dios ama a todos sus hijos, y su santidad nos asegura que Él hará lo justo y correcto para ellos, aun en el momento que se desate su ira para ejercer el castigo.

La naturaleza de amor, misericordia y justicia de Dios no nulifica su promesa de castigo por causa del pecado: ”Tarde o temprano el malvado será castigado” (Proverbios 11:21)

Romanos 6:23 dice, “La paga del pecado es muerte” El juicio final de los pecadores resultará en muerte y destrucción. De hecho, pudiera ser visto como una expresión de amor de parte de Dios, al dar a los impíos la libertad que siempre han querido, estar lejos de él.

El no va a permitir que los malhechores continuen causando estragos entre sus redimidos ni en su creación restaurada.

La creencia del tormento eterno atribuye a Dios actitudes y acciones que no son ni amorosas, ni misericordiosas, ni justas. Más bien, esa creencia dice que nuestro Dios de gracia y compasivo ha planeado el horrendo y angustioso sufrimiento para los seres humanos que no tiene fin.   

Planear el sufrimiento perpetuo de otros no denota amor ni misericordia. Condenar a cualquier persona y castigarla eternamente por pecados finitos no es justicia.

Considerando el panorama general del Dios que describe las Escrituras, es imposible e ilógico respaldar la idea de un tormento eterno para cualquiera. Además, no podemos asumir esto con cada verso. Los pasajes frecuentemente citados para apoyar a la enseñanza del infierno eterno bien podrían entenderse en otro sentido.

Mejores Explicaciones

Los proponentes del tormento eterno a menudo ofrecen un puñado de versos bíblicos para apoyar sus convicciones. Pero, ¿es el significado dado a esos versos el correcto?

¿Existe alguna mejor interpretación que armonice con el carácter misericordioso y justo de Dios, sin que altere el contexto o el contenido de estos pasajes?

Los tres primeros evangelios hablan de un castigo y de un fuego eterno, un fuego que no puede ser apagado: El quemará la paja con fuego que nunca se apagará (Mateo 3:12; Lucas 3:17; Marcos 9:48);

“Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno . . . E irán estos al tormento eterno” (Mateo 25:41, 46).

Leyendo rápidamente estos versos pareciera que apoyan el punto de vista del infierno como un lugar de tormento eterno, pero por favor vea lo siguiente: El fuego que destruirá o “quemará” a los impíos pudiera describirse como eterno e insaciable simplemente porque no puede extinguirse.   

Estos textos parecen dar apoyo al punto de vista tradicional del infierno. Pero por favor note, el fuego que destruirá al malvado puede ser descrito como “eterno” e “inapagable” simplemente porque no puede ser extinguido; no cesará de arder hasta que su trabajo de destrucción y muerte esté completo. Los pecadores no podrán escapar de ese fuego, porque el fuego no puede ser apagado. Esto es, que no dejará de arder hasta que su trabajo de muerte y destrucción haya terminado.

Un fuego inextinguible que destruye todo puede consumirse a sí mismo. Jeremías 17:27 habla de un fuego insaciable que ardía en las puertas de Jerusalén en su día. Solo estuvo ardiendo por un corto tiempo, hasta que terminó con su trabajo. En ese mismo sentido, el fuego, ahora extinto, que consumió totalmente a Sodoma y Gomorra son descritos como “fuegos eternos” en Judas 7.

La eternidad del castigo describe acertadamente el efecto del fuego, no su duración.

El castigo final por el pecado es la aniquilación, muerte de la que no hay regreso. Por lo tanto, la pena ejecutada de castigo es eterna, pero no el castigo “Aquel día vendrá, los abrasará, dice Jehová de los ejércitos, y no les dejaré ni raíz ni rama. Pisotearán a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies . . .” (Malaquías 4:1, 3). De hecho es peculiar sugerir, como lo hace la posición del tormento eterno, que el fuego eterno de Dios no consumirá y destruirá (2 Tesalonicenses 1:8, 9; Hebreos 12:29).

Ninguno de estos versos ofrece evidencia contundente de que los pecadores serán atormentados eternamente.

En Marcos 9:43-48, Jesús hace referencia a un fuego que no se apaga. Este pasaje es diferente  a los anteriores en que la palabra infierno también es usada. Por ejemplo, “Mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga”. Esto se repite dos veces más en el mismo texto. ¿Cómo debería uno entender una advertencia tan vívida y una expresión tan extraña?

La Biblia no ofrece apoyo a la creencia de que el “gusano” de este texto se refiera a la conciencia o al alma de una persona. Además, la palabra griega que se usa para infierno en este pasaje y en otros del Nuevo Testamento es Gehenna. Se refiere directamente al basurero de la ciudad de Jerusalén en tiempos bíblicos, un lugar donde las siempre-ardientes llamas y los gusanos siempre presentes eventualmente destruían o consumían todo lo que se arrojaba ahí.

Los comentarios de Jesús se toman de Isaías 66:24:

“Y saldrán y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí: porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará; y serán abominables a toda carne.”

Los cuerpos de los condenados fueron echados en el basurero de la ciudad donde fueron destruidos completamente por fuego, descomposición y gusanos.

En resumen, Jesús usa la imagen del Antiguo Testamento para advertir a aquellos que persisten en el pecado, y agrega una analogía gráfica de Gehenna-el basurero de la ciudad donde lo “único que existe es el fuego y los gusanos-para describir la destrucción final de los impíos.

Otro texto frecuentemente usado para apoyar la idea de un infierno eterno es la parábola del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31). Si esta parábola se tomara en forma literal, nos enseñaría que:

  1. El seno de Abraham es la casa de los justos (v. 22);
  2. Los impíos que murieron sufrirán tormento de fuego eterno (v. 23, 24);
  3. Las almas en tormento pueden ver a los justos en sus moradas eternas. (v. 23);
  4. Existe comunicación entre Abraham y aquellos en el fuego eterno (v. 24-31).

Considerando la naturaleza simbólica de por lo menos tres de estos elementos, esta parábola obviamente no fue escrita para ser tomada literalmente. Entonces, ¿cuál es su significado?

En el contexto, Jesús citó esta parábola cuando los fariseos lo ridiculizaron por su enseñanza de que el hombre no puede servir a dos amos, Dios y al dinero (v 13, 14). El juicio de Jesús sobre su actitud era “Vosotros sois los que os justificáis delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones” (v. 15). Después les relató esa parábola para ilustrar su hipocresía y la realidad de cómo algún día cambiarán las cosas para los que confían en las riquezas y aquellos que confían solamente en Dios.   

El ministerio de Jesús fue un cumplimento constante de “Moisés y los profetas,” sin embargo, los fariseos decidieron arriesgar su futuro ignorando sus palabras y rechazándolo después de su muerte y resurrección.

La necedad de su rechazo es una lección muy importante en esta parábola, no una forma de describir el infierno y el cielo en donde se pueden ver unos a otros y en donde los redimidos y los perdidos conversan.

El libro de Revelación contiene un lenguaje que algunos usan para reforzar la idea del sufrimiento eterno para los impíos. Es importante notar muy de cerca quien experimentará que en estos versos.

Un pasaje dice esto refiriéndose a cualquiera que adore a la bestia “Y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero. Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran a la bestia y a su imagen, no tienen reposo día ni noche. . .” (14:10b, 11). Otro pasaje dice del diablo, la bestia, y del falso profeta: “y serán atormentados de día y de noche para siempre jamás” (20:10b).

El último libro de la Biblia está lleno de imágenes y simbolismos, convirtiéndolo en un campo minado para los estudiantes excesivamente celosos pero mal informados que insisten en significados literales. Por ejemplo, algunos fragmentos del verso que acabamos de leer usa palabras como fuego, azufre, Cordero, humo, y bestia— los cuales pudieron haber sido usados simbólicamente, no literalmente.

Además estos versos contienen un claro eco de Isaías 34:9, 10: “Y sus arroyos [de Edom] se tornarán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente. No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo.” Este pasaje se refiere a un evento que ocurrió cientos de años antes de Cristo y que desde hace mucho desapareció. Tanto Isaías 34 como su contraparte en Apocalipsis contienen lenguaje poético para enfatizar la totalidad e irreversibilidad de la degradación que los pecadores sufrirán, no su eterna duración.

Fíjese como estos castigos se describen como que producen muerte:  “Mas a los temerosos é incrédulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Revelación 21:8).  Pero y ¿qué pasará con satanás? ¿No sufrirá por toda la eternidad en el infierno? Los estudiosos de la Biblia saben que cuando se menciona “para siempre jamás” en algunos textos simplemente significa “mientras dure el asunto”. Por ejemplo, en Éxodo 21:5,6 y Jonás 2:5,6 se menciona  para siempre, haciendo referencia ya sea a toda una vida, o a no más de tres días y tres noches. Aun la frase “día y noche por siempre jamás” no es una descripción literal de la eternidad (en donde no habrá noche)  pero es una forma poética de decir que satanás nunca será restaurado de su destierro y destrucción.

Lo que Jesús logró al darse a sí mismo a la humanidad fue “destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, el diablo” (Hebreos 2:14b). Explicado en la forma menos horrible cada uno de los versos antes mencionados, ¿cómo es que los que conocen el infinito e insondable amor de Dios, puedan continuar defendiendo la creencia del tormento eterno?

Más Textos Concluyentes

La mayoría de los textos que abordan el tema del destino de los pecadores lo hacen con un tono de finalidad del castigo que les espera más adelante. Los pecadores que no se arrepintieron llegarán a su fin absoluto: que es la muerte, destrucción y aniquilación. Note las palabras usadas en los textos siguientes que tratan con el juicio final de Dios:

Hebreos 10:27: Hervor de fuego ardiente que devorará a los adversarios.

Filipenses 3:19: Su fin es la destrucción.

Juan 3:16: “Todo aquel que en El cree, no se pierdaimplicando que los incrédulos perecerán.

Ezequiel 18:4: El alma que pecare, esa morirá.

Malaquías 4:1-3: Los soberbios serán abrasados, serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies.

Salmos 1:4: Los malos son como el tamo que arrebata el viento.

Proverbios 10:25: El malo no permanece.

Salmos 37:22, 28, 34, 38: Los malditos serán destruidos.

Salmos 37:20: “Los impíos perecerán . . . se disiparán como el humo.”

Salmos 37:36: El impío no fue hallado.

Job 11:20 Los impíos “no encontrarán refugio, y su esperanza será dar su último suspiro”

Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es la muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Ahora consideremos las palabras de Jesús en Mateo 10:28b: Teman más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno [o Gehenna].

La enseñanza tradicional religiosa dice que cada humano tiene un alma inmortal que nunca puede ser destruida. Sin embargo, Cristo dice, que Dios puede destruir el alma también,  después de lo cual será como si la persona jamás hubiera existido (ver Abdías 16b).

La conclusión es que Dios no solo es capaz de destruir sino que destruirá el alma y el cuerpo de los impíos. Este panorama muestra claramente lo que está por venir para el pecador incrédulo; separación, desolación, destrucción, muerte, aniquilación, exterminio. Los impíos no heredan una eternidad de tormento viviente. ¡Van a perecer! Pocas veces las Escrituras se refieren al infierno como el instrumento que Dios usará para destruir a los impíos. Esta palabra en las traducciones de inglés usualmente se refiere ya sea al sepulcro (el lugar de los muertos) o a Gehenna (el basurero en Jerusalén donde el desecho era consumido por el fuego o era comido por los gusanos).

En lugar del infierno, el plan de Dios para destruir a los impíos en el juicio final se le llama el lago de fuego (Apocalipsis 19:20, 20:10, 14, 15; 21:8). Esta es la “extraña” obra de Dios, — extraña comparada con su obra salvadora — “Él lo cortará en justicia” (compare Isaías 28:21, 22 con Romanos 9:28). Es un error establecer una creencia como el tormento eterno desde la interpretación dudosa de algunos cuantos versos.  En lugar de eso deberíamos dejar que los versos que hablan claramente sobre el destino de los pecadores hablen por sí mismos. Uno no debe impugnar el carácter de Dios enseñando resultados tan horrendos para los pecadores cuando Dios ha mostrado con toda claridad su juicio de justicia y misericordia. Pero aun ese juicio misericordioso y justo no será agradable, y solo podrán evitarlo siguiendo el plan de salvación de Dios. Otro mayor aspecto en cuanto al castigo de los impíos e incrédulos es que van a perderse la comunión eterna con Dios, con sus seres queridos, y con los santos de Dios. Su recuerdo se desvanecerá, así como sus vidas. La vida eterna y habitar en el reino eterno de Dios será recompensado solamente para los fieles que confiaron, confesaron, y siguieron a Jesucristo como su Señor y Salvador.

Suposición No Bíblica

La creencia del castigo eterno está basado en la suposición de que los humanos tienen almas inmortales. Sin embargo, tal teoria no tiene base bíblica. Solamente Dios es inmortal, según 1 Timoteo 6:15b, 16.

La única inmortalidad y vida eterna conocida en las Escrituras viene como el don de Dios a través del evangelio de Cristo: “[El propósito de Dios] ha sido manifestado por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio. (2 Timoteo 1:10; Romanos 6:23).

(Para una explicación más profunda sobre la inmortalidad condicional, vea nuestro panfleto El Hombre y la Inmortalidad.)

Motivación Positiva vs. Motivación Negativa

Cuando consideramos la táctica de “fuego y azufre” para persuadir a los pecadores a que se arrepientan y acepten a Jesús como Salvador, deberíamos evaluar el efecto probable de tales tácticas. La mejor forma de persuadir para confiar y obedecer al Señor no se enfoca en la amenaza de un castigo. La motivación más efectiva para la fe y el arrepentimiento brota del amor de Dios, no su ira: “Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero.” (1 Juan 4:19).

Dios no usaría la advertencia del sufrimiento para obligar a sus hijos, aquellos a quienes les dio el derecho de escoger vida o muerte. Lucas 14:26-31 nos enseña a contar el costo de olvidar los placeres pecaminosos para ganar los placeres del reino de Dios. Lógicamente, una persona debe contar el costo de no aceptar la salvación de Dios. Sin embargo, no es correcto exagerar el costo al poner en sus mentes historias de horror sobre el tormento eterno.

La motivación positiva y productiva, incluye el deseo de conocer a Dios y de que Él nos conozca a nosotros, también nos da la oportunidad de tener relaciones de amor, y la posibilidad de una recompensa. Cuando una persona tiene estas ideas que motivan en su vida, entonces es capaz de hacer cosas por voluntad propia, y no porque se siente obligada. Dios llena a una persona con motivaciones positivas por medio de su Palabra, su Espíritu y el testimonio amoroso de cristianos.

Por el otro lado, la motivación negativa, está cargada de miedo, culpa, y amenazas. Esta forma quizá podría ser efectiva por periodos cortos, pero normalmente no tiene un efecto duradero.   

¿Hay lugar para el temor reverente hacia Dios? Por supuesto que lo hay. Y se necesita hoy más que nunca.

Se nos debería enseñar desde muy pequeños a desarrollar un respeto saludable para el juicio de Dios.

Las Escrituras dicen, “El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:30, 31) y también dice “Nuestro Dios es fuego consumidor” (12:29)

Por lo tanto, no es bíblico ni racional que la amenaza de sufrir debería ser la motivación más fuerte para ser salvo. La apariencia amorosa de Jesucristo, que llega al corazón por medio del Espíritu Santo, planta e inspira una fe y esperanza genuina. La bondad de Dios — no la exageración de su ira — nos conduce al arrepentimiento (Romanos 2:4). Dios no se place en la muerte del pecador. (Ezequiel 18:32).

¡Cuánto menos se agradaría Él, de darles una vida eterna en tormento!

Para resumir el asunto, sí, Dios castigará al impío con destrucción. Pero no, ¡Él no los castigará por toda la eternidad!

Facebooktwittermail