Sus Dos Citas Con Dios

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¿Alguna vez ha tenido una cita con un médico para hablar sobre los resultados de una biopsia? ¿Alguna vez lo han llamado a la oficina del jefe, sin saber qué esperar? Esperar el momento de la verdad en tales citas puede crear mucha ansiedad.

Independientemente de su saturada agenda o edad, Dios le ha programado dos citas específicas con Él. Lo que usted es ahora, lo que hace ahora y lo que cree ahora afectará directamente el resultado de esos encuentros divinos.

Sus citas predestinadas con Dios se resumen en un breve verso de las Escrituras: “Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio” (Hebreos 9:27). Muerte y juicio: ¡no puede evitarlos!

¿Está listo para esas dos citas? Si usted muriera hoy, ¿está listo para ver a su Creador? ¿Está preparado para ser juzgado por Él para la eternidad?

Juicio asombroso

La certeza de que un día llegará el juicio final para cada ser humano es una de las enseñanzas centrales de la Biblia. Considere estos versos:

“Él [Dios] ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia” (Hechos 17:31).

“Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras” (Mateo 25:32).

Vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios, y se abrieron libros . . . y los muertos fueron juzgados según sus obras, por las cosas que estaban escritas en los libros (Apocalipsis 20:12).

Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba las cosas hechas en el cuerpo, de acuerdo con lo que ha hecho, ya sean buenas o malas (2 Corintios 5:10).

Entonces, cada uno de nosotros dará cuenta de sí mismo a Dios (Romanos 14:12).

La certeza de que vamos a estar ante un Dios santo para ser juzgados debería hacernos reflexionar seriamente, porque todos hemos pecado y merecemos ser condenados (Romanos 3:23; 6:23). En esta vida, quizá tengamos éxito en ocultar muchos de nuestros pecados de otras personas, pero no podremos ocultarlos de Dios; y la paga máxima del pecado es la muerte eterna. Las Escrituras llaman a esto la segunda muerte: la destrucción en el lago de fuego (Apocalipsis 20:14, 15).

Ya sea que lo pensemos o no, todos enfrentamos la certeza de la muerte física al final de esta vida, seguida del juicio de Dios, lo cual determinará nuestro destino eterno. Nadie escapa de la primera muerte, pero Dios proporciona un camino para que todos los seres humanos permanezcan sin culpa en el juicio y escapen de la segunda muerte eterna. Pero alguien debe pagar por el precio del pecado.

Una salida 

La única forma de enfrentar la certeza de la muerte y el juicio venidero es que nuestros pecados sean perdonados por medio de Jesucristo. Estas buenas nuevas provienen del gran amor de Dios por todos los seres humanos, creados a su imagen:

“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Todos somos pecadores destinados a la muerte eterna, pero Jesucristo vino a hacernos un camino para que vivamos para siempre. ¿Cómo obtenemos este regalo de la vida eterna? La respuesta de la Biblia es clara: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). O, como el apóstol Pedro lo dijo a la multitud de judíos reunidos en Jerusalén en el Día de Pentecostés, “Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados” (Hechos 2:38).

Arrepentirse significa alejarnos de nuestros pecados, al mismo tiempo que nos volvemos a Jesús por la esperanza que ha prometido. Significa que encontramos una nueva forma de vida, una forma de obediencia a la voluntad de Dios como se revela en Su Palabra. Significa que confiamos en Cristo, que lo recibimos como Salvador y nos sometemos a Él como el Señor de nuestras vidas.

Usted elige

En este mismo momento, usted tiene uno de los mayores privilegios del ser humano: el poder de elección. Puede elegir el camino de la fe en Cristo, el arrepentimiento de los pecados y la eternidad con Dios, o. . . Puede elegir seguir viviendo en su propio camino lejos de Dios, tratando de disfrutar sus pecados e irresponsabilidad moral, avanzando hacia una muerte física segura, y el juicio, seguido de una muerte eterna.

La elección depende totalmente de usted, aunque podemos decirle lo que Dios quiere: Él “no quiere que  nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3: 9). Jesús le ama tanto que pagó el castigo de sus pecados al morir en la cruz. Aunque estaba completamente sin pecado, se ofreció a Sí mismo como su sustituto. Él murió para que usted no tuviera que morir (Hebreos 2: 9). Solo aceptando Su muerte en lugar suyo es que usted puede recibir el perdón de sus pecados (Efesios 1: 7). No hay otra forma de escapar de la muerte eterna, porque no hay salvación en nadie más (Hechos 4:12). Hoy usted tiene la oportunidad de borrar su pasado pecaminoso ante los ojos de Dios, y puede comenzar de nuevo como si nunca hubiera pecado (Colosenses 1:21, 22).

Cosas seguras, fe segura

Probablemente haya escuchado a alguien decir que hay dos cosas seguras: la muerte, y los impuestos. Eso es solo una verdad a medias. Toda la verdad es que solo hay dos cosas con toda certeza: la muerte y el juicio de Dios que le sigue.

Estas dos citas seguramente se llevarán a cabo, y todos estaremos allí cuando sucedan. Y la única salida para evitar la segunda muerte es arrepintiéndose de sus pecados y aceptando a Jesús como Salvador y Señor de su vida: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:12).

¿Cuál es su posición en esto?  

Es un error pensar que no tenemos necesidad de arrepentirnos de los pecados o que no necesitamos a Jesús en nuestras vidas. Negar el pecado y la necesidad del perdón es asumir que sabemos más sobre la vida y la muerte que el Dios que nos creó.

¿Por qué no acercarse al Juez y arreglar las cosas hoy? Podemos acceder fácilmente Su trono, y Él escucha con compasión a quienes se arrojan a la merced de Su corte. Su invitación amorosa es clara:

“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” (Mateo 11: 28-30).

Teniendo en cuenta sus dos inevitables citas con Dios, la muerte y el juicio, ¿qué asunto de más importancia podría tener usted que aceptar este ofrecimiento que Jesús le hace ahora?

Considere cuidadosamente su decisión. Esta oración puede ayudarle a comenzar sus dos citas con Dios: “Querido Señor, te necesito. Sé que soy un pecador que necesita tu perdón. Te pido que perdones mis pecados. Pido a Jesús que venga a mi vida ahora mismo y me limpie. Confío en Jesús como mi Señor y Salvador. En el nombre de Jesús, amén”.

2/2019


Para lecturas adicionales, escríbanos y pregunte por los siguientes títulos:

¿Que Debo Hacer Para Ser Salvo?

El Nuevo Nacimiento

Bautismo Cristiano

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Nueva Versión Internacional, copyright © 1979, 1980, 1982, by Thomas Nelson, Inc., Nashville, Tennessee. Usadas con permiso. Derechos reservados.

 

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