Sus Bendiciones . . . Nuestras Ofrendas

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Los cristianos fuimos llamados a vivir en santidad en pensamiento, palabra y obras; y a expresar nuestra fe en Cristo por medio de nuestra devoción a Dios, y la interacción piadosa con otras personas. Como resultado, — no como causa — de redención, los cristianos deberíamos dar nuestros diezmos y ofrendas voluntarias para el sustento de la iglesia y su ministerio de evangelizar.

Este estudio examina como la iglesia primitiva apoyaba económicamente la labor evangelista y como esa labor está relacionada con la iglesia de hoy.

También hace una revisión sobre la historia del diezmo y hace mención sobre la instrucción para apoyar el ministerio del Señor Jesucristo.

Una vez comprendidos estos principios básicos sobre el apoyo financiero al ministerio de evangelizar se vuelve una bendición y un privilegio, en lugar de una carga o una mera obligación.

Creemos que los cristianos deberían apoyar libre y gozosamente a la iglesia y sus ministerios dando de lo que Dios tan generosamente les ha dado. Toda la mayordomía cristiana comienza con las siguientes verdades:

  • La tierra y todo lo que hay en ella le pertenece a Dios: Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan. (Salmo 24:1; 50:10, 11; Hageo 2:8). Todas nuestras habilidades, oportunidades y posesiones vienen de él. (Deuteronomio 8:18).
  • Ya que Dios es el dueño de todas las cosas, entonces la humanidad no es propietaria sino mayordomo. Todo lo que poseemos pertenece a Dios. Él ha confiado lo que creó al dominio y cuidado de la raza humana para nuestro sustento, bienestar y comodidad (Génesis 1:28).
  • La mayordomía cristiana desde el punto de vista del evangelio es dar. ¡Dar se originó con Dios, no con nosotros! Dios dio vida a la humanidad, a su creación, y dio a su Hijo unigénito por los pecados del mundo (Juan 3:16). Por medio de su amor incondicional, nos perdona, quita nuestra culpa, nos reconcilia consigo mismo, y nos ofrece una nueva vida. Es aquí donde comienza la mayordomía.

Nuestra respuesta hacia el amor de Dios es gratitud: “Nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19). La mayordomía cristiana no está motivada por intereses propios, o por exigencias de la ley bíblica, sino por nuestra gratitud hacia un Dios amoroso y lleno de misericordia. Nosotros damos a Dios porque él nos dio primero a nosotros. La mayordomía cristiana es mucho más que solo dar diezmos y ofrendas. Es el compromiso absoluto de ofrecer nuestra vida, tiempo, habilidades y posesiones al servicio de Dios. (Romanos 12:1).

¿Qué es el Diezmo?

El diezmo se refiere a la décima parte de las ganancias de una persona. El diezmo incluye todas las ganancias tales como granos, frutas, ganados y rebaños (Levítico 27:30, 32; Deuteronomio 14:22).

Aunque las leyes del diezmo del Antiguo Testamento que fueron dadas a Israel ya no están vigentes, la iglesia y sus ministerios de evangelismo siguen siendo sustentadas por el diezmo y las ofrendas voluntarias de miembros y amigos. En lugar de dar diezmos como una obligación de la ley, ahora los creyentes dan sus diezmos y ofrendas porque reconocen que todo le pertenece a Dios y lo hacen en gratitud por sus abundantes bendiciones y maravilloso amor. Ya que la economía del mundo ahora está basada en un sistema monetario en lugar de productos agrícolas, el diezmo debería considerarse como la décima parte de las ganancias totales (excluyendo gastos comerciales).

La Historia del Diezmo

Diezmar es el sistema conocido de dar más antiguo con propósitos religiosos. La primera vez que la Biblia hace mención sobre el diezmo es cuando Abraham se encontró con Melquisedec mientras regresaban de la batalla con los reyes canaanitas. Melquisedec era el “rey de Salem” y “Sacerdote de Dios.” Una vez recibidas las bendiciones de Melquisedec, Abraham, “le dio un décimo [diezmo] de todo” (Génesis 14:18-20).

El siguiente caso ocurre después que Jacob sueña con la escalera al cielo. Después que Dios promete darle la tierra a Jacob y a sus descendientes (Génesis 28:10-22), entonces Jacob prometió diezmar de todo lo que el Señor le daría.

Con Abraham y Jacobo, diezmar era un acto de adoración a Dios en gratitud por su liberación y promesa de bendecirlos. Esos fueron actos voluntarios de devoción a Dios y no mandato de ninguna ley.

Cuando Israel se constituyó en una nación, diezmar pasó a ser una obligación legal: “Llevarás a la casa del Señor tu Dios lo mejor de tus primicias” (Éxodo 23:19). El diezmo, fuera producto del campo, fruto de los árboles o animales era declarado como “pertenencia del Señor pues le está consagrado” (Levítico 27:30, 32).

Diezmar era parte de la responsabilidad de la mayordomía que Israel tenía. Ellos estaban preparados para llevar los diezmos a la casa de Dios (tabernáculo o templo) como medios para consumar el trabajo y propósitos de Dios en la tierra. El diezmo era la herencia de los Levitas, quienes desempeñaban servicios religiosos delante de Dios en nombre de Israel (Números 18:23-24).

Este sistemático y proporcional modo de dar era parte de la ley que Israel observaba. Cuando Israel diezmaba, ellos prosperaban material y espiritualmente. Cuando ellos se olvidaban de hacerlo, mostraban su indiferencia espiritual hacia Dios y llevaban ruina sobre ellos.

El profeta Malaquías acusó a Israel de robar a Dios cuando ellos retenían sus diezmos (Malaquías 3:7, 8). Esta es una nota triste con la cual el profeta cerró sus escritos del antiguo testamento.

El Diezmo en el Nuevo Testamento

Tres pasajes en el Nuevo Testamento hacen referencia al diezmo.

  • En Mateo 23:23, Jesús hizo mención sobre la práctica de los fariseos, quienes diezmaban aún de lo más mínimo de sus productos (Véase también Lucas 11:42). Aunque Jesús criticó a los fariseos por haber sido negligentes en cosas que eran muy importantes, no los criticó por diezmar, al contrario los elogió.
  • En Lucas 18:12, Jesús habló sobre un Fariseo orando en el templo quien hacía alarde acerca de su práctica del diezmo.
  • En Hebreos 7:4-9 el escritor nos recuerda que en Génesis 14 está el recuento de que Abraham había diezmado. Lo que esa enseñanza implica es que de la misma forma en que el fiel Abraham dio su diezmo a Melquisedec en tiempos antiguos, de la misma manera los cristianos fieles ahora dan su diezmo para llevar el evangelio de Cristo, porque Jesús es un sumo Sacerdote para siempre del mismo orden de Melquisedec.

Ninguna de estas referencias indica que el diezmo continúa siendo un mandato bajo el Nuevo Pacto o que el diezmo como una de las prácticas cristianas voluntarias debería descontinuarse.

Jesús y la Mayordomía

Jesús habló mucho sobre la mayordomía cristiana y los bienes materiales.

  • Él no condenó nuestros bienes materiales. Sin ningún problema, Jesús asistió a un gran banquete, que Leví ofreció en su honor — una muestra muy obvia de la prosperidad de Leví (Lucas 5:29). Pero sí advirtió en contra de la avaricia en la parábola del rico insensato. (12:13-21).
  • Jesús dijo que nuestra prioridad debe ser el Reino de Dios. Él les aseguró a sus seguidores que Dios les proveería para las necesidades de la vida. (Mateo 6:31-33). Enseñó que la grandeza no se mide por la riqueza de una persona sino por la forma en que servimos a otros. (Marcos 10:43).
  • Jesús enseñó que dar posesiones materiales solamente es una forma inadecuada para expresar nuestra gratitud y devoción a Dios. La mayordomía cristiana, en la mente de Cristo, significa que dedicamos a Dios todo lo que somos y poseemos. Una vez que adquirimos esta actitud del corazón, vamos a dar espontáneamente (Mateo 10:39; Lucas 14:33
  • Jesús reconocía a los que daban generosamente y alababa a aquellos que daban aun de lo poco que tenían. (Lucas 19:8, 9; 21:4).

Las Enseñanzas del Apóstol Pablo

En cuanto al apoyo económico del evangelio del Nuevo Testamento el apóstol Pablo dio las más directas y detalladas instrucciones:

¿Qué soldado presta servicio militar pagándose sus propios gastos? ¿Qué agricultor planta un viñedo y no come de sus uvas? ¿Qué pastor cuida un rebaño y no toma de la leche que ordeña? No piensen que digo esto solamente desde un punto de vista humano. ¿No lo dice también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: “No le pongas bozal al buey mientras esté trillando.” ¿Acaso se preocupa Dios por los bueyes? ¿O lo dice más bien por nosotros? Por supuesto que lo dice por nosotros, porque cuando el labrador ara y el segador trilla, deben hacerlo con la esperanza de participar en la cosecha. Si hemos sembrado semilla espiritual entre ustedes, ¿será mucho pedir que cosechemos de ustedes lo material? (1 Corintios 9:7-11).

Este texto apoya la contribución económica a los ministros del evangelio como una responsabilidad de los cristianos.

Aquí el apóstol Pablo, nos presenta tres vocaciones humanas- la guerra, agricultura y pastoreo- como argumentos para el apoyo del evangelio. Mencionando la ley la cual prohíbe poner bozal al buey mientras está trillando (Deuteronomio 25:4), él insiste que aquellos que trabajan para el evangelio no deben ser impedidos de vivir de la ayuda de aquellos a quienes sirven. Esta lógica trasciende los límites de la ley y hace que la mayordomía sea una cuestión de principios. Al referirse específicamente a los que sirvieron bajo la ley del antiguo pacto, el apóstol Pablo apoyó el acto de diezmar y ofrendar como el medio de apoyo para el ministerio del evangelio de la iglesia del Nuevo Testamento. Él declaró que los ministros cristianos deberían ser apoyados “de la misma manera” que los Levitas y los sacerdotes.

¿No saben que los que sirven en el templo reciben su alimento del templo, y que los que atienden participan de lo que se ofrece en el altar? Así también el Señor ha ordenado que quienes predican el evangelio vivan de este ministerio (1 Corintios 9:13, 14).

Éstas son las instrucciones de Pablo a la iglesia cristiana sobre su responsabilidad en la mayordomía para brindar apoyo al ministerio del evangelio. Pablo no apeló a la ley del diezmo sino a un principio universal eterno: una regla simple pero justa de que un obrero, ya sea que siembre o coseche la semilla, es digno de su salario.

Las mismas enseñanzas se encuentran en términos similares en 1 Timoteo 5:17, 18.

El sustento del ministerio de la iglesia no es una opción para los cristianos. La ayuda brota como gratitud hacia la gracia de nuestro Dios, recibida por medio de la enseñanza y predicación del evangelio: El obrero es digno de su salario (Lucas 10:7).

El dar proporcionalmente es igual de necesario para llevar acabo la Gran Comisión bajo el Nuevo Pacto que lo era para mantener el sistema levítico bajo el antiguo pacto. El pueblo de Dios debe poner en práctica este principio aprobado de Dios sobre la mayordomía como parte de la adoración y sustento del ministerio de evangelizar.

La Bendición de Dar

Además de apelar a favor del apoyo económico para los obreros del evangelio, Pablo anima a los corintios a dar ofrendas para los santos pobres de Jerusalén (Romanos 15:23-26). Los desafía para que den tan generosamente como lo hicieron las iglesias en Macedonia.

La idea que sobresale en la reflexión de Pablo (2 Corintios 8:1-5) es la liberalidad (generosidad) de las iglesias de Macedonia: “Ellos dieron . . . aún más de lo que podían” (v. 2). Dieron con sacrificio. Eran muy generosos porque ellos mismos se habían entregado a Dios primeramente (v. 5). Este es el verdadero comienzo de una mayordomía cristiana responsable.

En 2 Corintios 9, Pablo enumera los beneficios que los corintios recibirían como resultado de sus generosas dádivas: abundantes bendiciones, el amor y gracia de Dios, y un corazón agradecido (vv. 6-8, 11-13).

Las instrucciones de Pablo referente a la mayordomía económica y el ejemplo de las iglesias de Macedonia proveyendo para los santos pobres de Jerusalén, dan un amplio apoyo bíblico para la iglesia actual al solicitar el apoyo financiero para sus necesidades y las necesidades de otros. También nosotros debemos dar libremente con un corazón alegre y agradecido.

Conclusión

En toda la Biblia, el pueblo de Dios lo ha honrado dando de sus bienes materiales. Desde el inicio del tiempo daban sus ofrendas y diezmos libre y alegremente a Dios, reconociéndolo como el Creador, dueño y benevolente dador de sí mismo a la humanidad. Así como los diezmos y ofrendas sustentaban los servicios religiosos que se realizaban en los días de Israel, y así como Pablo el ministro del evangelio recibía ayuda para vivir de los creyentes a quien servía (1 Corintios 9:14), de la misma manera nosotros como cristianos debemos dar nuestros diezmos y ofrendas con gratitud por la gracia y el amor que Dios nos ha dado libremente y no porque la ley nos lo imponga.

Nuestra responsabilidad total como mayordomos solamente puede llevarse a cabo cuando cedemos nuestra vida, tiempo, habilidades y posesiones a nuestro Dios. Diezmar de nuestro ingreso para apoyar el trabajo de Dios es esencial para completar la mayordomía cristiana. Estos proporcionan una fuente regular y confiable de ingresos para el esparcimiento del evangelio.

La motivación de la iglesia al hablar sobre la mayordomía cristiana se resume en lo que el apóstol Pablo expresó a la iglesia de los Filipenses: “No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito a su cuenta” (Filipenses 4:17).

¡Vamos a ser mayordomos fieles de todo lo que Dios nos ha dado para que nuestras cuentas puedan ser acreditadas con las ricas bendiciones de Dios!

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