Reconsiderando la Pascua de Resurrección

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Creemos en la resurrección de Jesucristo. Su muerte, sepultura y resurrección son fundamentales para el mensaje de los apóstoles y la iglesia del primer siglo. Hoy, con la cruz, la resurrección sigue siendo el tema central de nuestra fe cristiana.

La resurrección de Jesús cumplió la señal que dio a sus críticos:

Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. Él respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches “(Mateo 12:38-40).

Estos versos confirman la importancia de la resurrección de Jesús como evidencia de su mesianismo y señorío, y proporcionan información crucial con respecto a la celebración de la Pascua de Resurrección, que en breve se discutirá.

Pablo presenta la muerte, sepultura y resurrección de Jesús como un resumen del evangelio de salvación (1 Corintios 15:2-4).

  Si Cristo no hubiera resucitado de los muertos, todos los creyentes todavía estaríamos en nuestros pecados (v. 14-17).

La resurrección de Cristo es la autentificación de que es el Hijo de Dios, nuestro Señor y Mesías: A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos…Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor y Cristo. (Hechos 2:32, 36). Pablo escribió que Jesús fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos. (Romanos 1:4). 

Como cristianos, afirmamos nuestra creencia en la resurrección a través del bautismo cristiano. Pablo escribió que el bautismo, que significa renovación espiritual, es una participación simbólica en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo (Romanos 6:3, 4).

Finalmente, la resurrección de Jesús sostiene nuestra esperanza cristiana de una resurrección corporal en su segunda venida:

Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho. . . . Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. (1 Corintios 15:20, 22, 23).

Creemos en la resurrección de Cristo. Lo predicamos, nos regocijamos, nos renovamos por medio de ella, ¡y nuestra esperanza de la eternidad está asegurada por ello! Pero aún con todo lo gloriosa que es la resurrección, no todos los seguidores devotos de Jesús eligen participar en el día festivo que supuestamente lo celebra.

¿Por qué no observar la Pascua de Resurrección?

Si el festival de la Pascua de Resurrección existe como un memorial auténtico de este evento bíblico central, ¿por qué no todos los cristianos lo celebran con entusiasmo? A continuación se presentan tres razones para reconsiderar el valor de Pascua de Resurrección  en honor a la resurrección de Cristo.

Sincretismo

Nuestra primera preocupación es que la Pascua de Resurrección mezcla la creencia en la resurrección de Cristo con prácticas antiguas que se originan en el paganismo idólatra. La mezcla de prácticas religiosas paganas con la adoración en espíritu y verdad del único Dios verdadero está estrictamente prohibida en las Escrituras. Dicha mezcla se conoce formalmente como sincretismo.

Los materiales de referencia como las enciclopedias o diccionarios de la Biblia, proporcionan una amplia evidencia de que dicho festival y sus costumbres, se tomaron de prácticas paganas anteriores a la época de Cristo. Tenga en cuenta estas muestras de las muchas fuentes que confirman el sincretismo de la celebración de la Pascua de Resurrección moderna: 

El nombre Easter (inglés) se deriva de la diosa pagana del amanecer y la primavera, Eostra o Eostre, y los rituales de la Pascua de Resurrección se referían al sol naciente y al triunfo de la primavera ascendente sobre el invierno. Los sermones y liturgias cristianas fácilmente adaptaron esas primeras santificaciones del sol para elogiar el ascenso del Hijo al cielo. 1

La Pascua de Resurrección, el festival anual observado en todo el cristianismo en conmemoración de la resurrección del Señor Jesucristo. 

La palabra Easter (Pascua de Resurrección), del anglosajón, Eastre, Eoster; Alemán, Ostern, como los nombres de los días de la semana, son un vestigio de la mitología teutónica. 

Según Bede, se deriva de “la diosa anglosajona de la primavera, a quien el cuarto mes, en este caso abril, le fue dedicado”.

En el Nuevo Testamento o en los escritos de los padres apostólicos, no hay indicios de la celebración de la Pascua como un festival cristiano . . . El historiador eclesiástico Sócrates . . . declara con perfecta verdad que ni Cristo ni sus apóstoles ordenaron la celebración de este o cualquier otro festival. “Los apóstoles”, escribe, “no pensaron en nombrar días festivos, sino en promover una vida de piedad y sin culpas”.2

Las costumbres populares de la Pascua de Resurrección tienen orígenes paganos. Considere las tradiciones de los huevos de pascua y los conejos.

Huevos de Pascua: El huevo de Pascua, con su variada historia, se ha convertido en una de las costumbres más populares de la Pascua de Resurrección. Prácticamente todas las culturas del mundo antiguo veneraban al huevo como un símbolo de creación y fertilidad. El huevo fue acreditado con la incubación o el nacimiento de muchas deidades de los mitos antiguos. Fue utilizado como un hechizo para alejar a los espíritus malignos y traer buena fortuna. 

A medida que la influencia de la iglesia romana se extendía por todo el mundo, decenas de miles aceptaron una forma de cristianismo, pero mantuvieron muchas de sus 

 supersticiones anteriores. Como el huevo ya no podía simbolizar sus creencias paganas, entonces le asignaron nuevas leyendas con un tema cristiano. 3

Para el siglo IV, encontramos relatos de huevos siendo bendecidos en la iglesia romana. Hoy en día muchas personas ven el huevo de Pascua como un símbolo de la tumba de la cual Cristo se levantó, y como un signo de vida nueva. La costumbre de rodar huevos de Pascua supuestamente simboliza rodar la piedra de la tumba donde Cristo estaba sepultado. 4

Los huevos y los conejos son símbolos familiares que no están relacionados con la historia de la Pascua de Resurrección. Los huevos, que representan una nueva vida, han sido un símbolo de la primavera desde la antigüedad. Los cristianos adoptaron el huevo como un símbolo de la Pascua de Resurrección debido a la relación entre ésta y la renovación de la vida. 5

Conejos de Pascua: “También se suponía que la liebre y el huevo eran símbolos de la diosa anglosajona Eostre. Ya que estos eran emblemáticos de la fertilidad.” 6

Los conejos están asociados con la fertilidad de la primavera debido a su capacidad para producir muchas crías. Algunos padres les dicen a sus hijos que el conejo o conejito de Pascua trae los huevos de Pascua.

El festival de la Pascua de Resurrección está lleno de sincretismo, combinando muchas costumbres de origen pagano con nuestra fe bíblica en Cristo. El sincretismo está prohibido por la Palabra de Dios, que nos mantiene en la doctrina del monoteísmo en todo momento. Solo hay un Dios vivo y verdadero, y sus creyentes no deben adorar a otros dioses a la par de Él (Éxodo 20:3; Marcos 12:29, 30).

Las antiguas instrucciones de Dios a través de Moisés demuestran su seria oposición al sincretismo. Los israelitas recibieron instrucciones de no hacer tratados con los habitantes de la Tierra Prometida. Debían derribar sus altares idólatras, destruir sus piedras sagradas y destruir los símbolos de su diosa, Asherah (Exodo 34:12, 13). Debían eliminar todos los objetos religiosos paganos de la tierra. La orden final fue “no adores a ningún otro dios”. . .” (V. 14).

Mucho después de Moisés, a Israel se le dijo a través de Jeremías: “No aprendáis el camino de las naciones” (Jeremías 10:2). Esta fue una advertencia contra la adopción de las costumbres de culto de otras naciones o de diluir la adoración del verdadero Dios con el paganismo. Y esta observación se hace sobre el pueblo de Israel a quien el rey de Asiria había reestablecido en Samaria: “Aunque adoraban al Señor, servían también a sus propios dioses, según las costumbres de las naciones de donde habían sido deportados” (2 Reyes 17:33).

Lee lo que Pablo escribió sobre esta práctica: 

Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios (1 Corintios 10:20, 21).

En 2 Corintios 6: 14; 7:1, Pablo enseñó con firmeza el principio general de que los cristianos no deben formar relaciones sincréticas con los incrédulos y, por lo tanto, comprometer la pureza de su fe. Él planteó las preguntas retóricas de lo que estos contrastes del bien y el mal tienen en común. 

  • Justicia y luz con maldad y oscuridad;
  • Cristo y el creyente con Belial (el diablo) y el incrédulo; 
  • El templo de Dios con los ídolos.

Cada uno de estos exige una respuesta negativa, y Pablo concluye el párrafo con un llamado para que los cristianos se separen del mundo y sus prácticas falsas (2 Corintios 6:17, 18; 7:1). 

 Aunque la resurrección es un hecho bíblico glorioso, no encontramos que la iglesia primitiva lo celebrara en un día especial. Cuando comenzó a celebrarse un domingo por la mañana, la intención de este memorial, pronto fue corrompido al haber sido nombrado con el nombre de la diosa de la primavera y asociado con símbolos paganos de la fertilidad, todos ajenos a la fe cristiana.

La práctica moderna de la Pascua de Resurrección no ha abandonado estos elementos. Todavía están muy vivos y forman parte del festival de hoy en día. Si tuvieron un efecto de corrupción en las primeras celebraciones, entonces su influencia en la celebración moderna también es corrupta. Si fueron sincréticos en su inicio, siguen siendo sincréticos en la actualidad. 

Afirmamos que Cristo ha resucitado de entre los muertos, pero no entendemos cómo el Señor resucitado es honrado por los ritos paganos, los símbolos y las costumbres que a menudo se asocian con su resurrección.

Verdad y exactitud

La segunda razón para no observar la Pascua de Resurrección es una cuestión de exactitud bíblica. El primer reporte de la Resurrección indica que no sucedió el domingo por la mañana, sino al finalizar el sábado:

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro.  Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra y se sentó sobre ella…Más el ángel, respondiendo dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.  No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ver el lugar donde fue puesto el Señor.  (Mateo  28:1, 2, 5b, 6).

Ninguno de los evangelios reporta el momento exacto de la resurrección de Jesús. Sin embargo, el relato de Mateo declara que la resurrección ya había sucedido antes de que terminara el sábado semanal. Este hecho con frecuencia se pasa por alto por aquellos que intentan armonizar el relato de Mateo acerca de las mujeres que visitan la tumba el sábado con las visitas del domingo por la mañana. En su búsqueda ansiosa por el cuerpo perdido de Jesús, aparentemente las mujeres hicieron múltiples visitas a la tumba.

La evidencia de que hubo más de una visita está en la identidad de las diferentes mujeres que se nombran en cada visita:

  • María Magdalena y la otra María (Mateo 28:1);
  • María Magdalena, María, la madre de Santiago y Salomé (Marcos 16:1);
  • María Magdalena, Juana, María, la madre de Santiago, y las demás con ellas (Lucas 24:10);
  • María Magdalena (Juan 20:1, 10-18).

Más evidencia de que hubo más de una visita a la tumba se ve en la hora de sus visitas:

  • al final del sábado, cuando comenzaba a amanecer hacia el primer día de la semana (Mateo 28:1);
  • cuando terminó el sábado (Marcos 16:1);
  • en el primer día de la semana, muy temprano en la mañana (Lucas 24:1);
  • temprano el primer día de la semana, cuando todavía estaba oscuro (Juan 20:1).

Además, los relatos difieren con respecto a las combinaciones de ángeles / hombres que las mujeres vieron en sus visitas:

  • un ángel del Señor (Mateo 28:2);
  • un hombre joven (Marcos 16:5);
  • dos hombres (Lucas 24:4);
  • dos ángeles (Juan 20:12).

También hay diferentes lugares en donde estaban situados los ángeles / hombres:

  • sobre la piedra rodada (Mateo 28:2);
  • en el lado derecho (Marcos 16:5);
  • junto a las mujeres dentro de la tumba (Lucas 24:4);
  • en donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en el lado de la cabeza y el otro a los pies (Juan 20:12).

Las diferencias en los tiempos, números y ubicaciones entre estos cuatro relatos de la resurrección casi aseguran que las mujeres hicieron más de una visita a la tumba vacía. Debemos admitir que su ansiedad y confusión en este tiempo turbulento les haya hecho regresar a la tumba más de una vez para determinar a dónde se habían llevado el cuerpo de Jesús. Esto se confirma en textos como Lucas 24:11, 25 y Juan 20:11-16.

Dado el estado de estas cosas, no es necesario armonizar a Mateo con los reportes de los otros evangelios de las visitas de las mujeres el primer día de la semana. Mateo reportó las visitas de las mujeres con dos referencias de tiempo:

  • “al final del sábado”;
  • “cuando comenzaba a amanecer hacia el primer día de la semana”.

El relato de Mateo cubre la primera visita de las mujeres para ver la tumba. Ocurrió al final del día de reposo, justo antes de la puesta del sol (Mateo 28:1; Levítico 23:32).

La primera referencia de Mateo al momento de una visita (“al final del sábado”) se refiere al final de un período de veinticuatro horas al atardecer.

Su segunda referencia sobre el tiempo de esa visita (“a medida que comenzaba a amanecer hacia el primer día de la semana”) debe entenderse en el sentido judío de cuando comienza un nuevo día, también el atardecer. Esto también se ve en Lucas 23:54.

  Tanto en Mateo como en Lucas, la palabra amanecer (griego, epifhosko) se refiere al acercamiento de un nuevo día. Por lo tanto, los lectores judíos de Mateo entenderían que Mateo estaba describiendo el comienzo del primer día de la semana al atardecer, ¡no al amanecer! Concluimos que Mateo reportó el terremoto, el descenso del ángel, el removimiento de la piedra sobre la tumba y las visitas de las mujeres como si hubieran ocurrido antes de que terminara el sábado.

Por otro lado, Marcos, Lucas y Juan describieron las visitas de las mujeres como si hubieran ocurrido al comienzo de un día de doce horas, comenzando al amanecer. Ellos reportaron el inicio del período de luz del día del primer día de la semana.

Por lo tanto, no encontramos ninguna razón convincente para conciliar la referencia de tiempo de Mateo 28:1 con las referencias de tiempo de los otros evangelios, porque no se refieren al mismo período de tiempo ni a los mismos hechos.

No es ilógico que las mujeres regresaran a la tumba a la mañana siguiente después de su primera visita el sábado ya tarde. Estaban preocupadas por el cuerpo desaparecido de Jesús y no podían estar satisfechas hasta que lo encontraran. Su incapacidad para creer que Jesús había resucitado de entre los muertos no es de extrañar cuando se considera también la incredulidad de todos los discípulos de Jesús. 

El Señor resucitado se les apareció más de una vez antes de que comprendieran plenamente la verdad de su resurrección (Hechos 1:3). Aparentemente, las dudas llevaron a las mujeres a ir a la tumba varias veces. ¡El hecho importante en todas las visitas a la tumba es que Jesús ya se había levantado de entre los muertos! Más de quinientos de los discípulos de Jesús fueron testigos de sus varias apariciones después de la resurrección, pero ninguno de ellos realmente vio los eventos en la tumba cuando fue resucitado. Si la resurrección de Cristo debe ser recordada y celebrada lo más cerca posible al momento en que ocurrió, deberíamos tener en cuenta que se levantó de la tumba el sábado en la noche y no el domingo, solo tres días y tres noches después de su sepultura la tarde del miércoles. Y podríamos llamarlo sábado  y no domingo de resurrección.

No es una práctica bíblica

La tercera razón para reconsiderar el valor de esta celebración como algo que honra la resurrección es que Jesús no ordenó su práctica, ni el Nuevo Testamento registra un festival en su honor. Esto no disminuye la importancia de la resurrección de Cristo para la fe cristiana. Ésta se convirtió en el centro de la enseñanza de la iglesia sobre el Señor Jesucristo. Pablo estaba resuelto: “Quiero conocer a Cristo; sí, conocer el poder de su resurrección” (Filipenses 3:10). El escribió a Timoteo: “Acuérdate de Jesucristo… resucitado de los muertos . . .” (2 Timoteo 2:8).

Los apóstoles fueron testigos de que Jesús resucitó (Hechos 2:32). Hablaron con su Señor resucitado (1:3-8) y lo vieron subir al cielo (v. 9). A pesar de estos hechos, no mostraron ninguna inclinación para conmemorar esos acontecimientos mediante una celebración anual o semanal. 

No hay celebración de la resurrección en el Nuevo Testamento.

No hay rastro de la celebración de la Pascua de Resurrección como un festival cristiano en el Nuevo Testamento o en los escritos de los padres apostólicos. La santidad de los tiempos y lugares especiales fue una idea bastante ajena a la mentalidad de los primeros cristianos. 7

No es como si la iglesia primitiva hubiera pasado por alto los servicios conmemorativos apropiados. Jesús instituyó la Cena del Señor, o servicio de comunión, como memorial de su muerte (Lucas 22:19, 20).

Pablo confirmó la importancia y el significado de la Cena del Señor como una práctica cristiana:

El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo, que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. (1 Corintios 11: 23b-25).

Así, la Cena del Señor fue instituida y modelada por Cristo para los creyentes y los apóstoles la continuaron, pero la celebración de la resurrección no fue instituida ni modelada por Él o los apóstoles. Por lo tanto, es bíblico observar el servicio de la Cena del Señor como un memorial de la muerte de Jesús a la luz de su resurrección, pero es extra-bíblico celebrar un festival en honor a su resurrección de la manera que se originó siglos después del evento. ¿No es mejor seguir las instrucciones directas de Cristo y el ejemplo de la iglesia apostólica que las tradiciones de los hombres? 

La Pascua como una traducción equivocada

La palabra Pascua (Easter) aparece una vez en la Biblia en la versión en inglés King James: “Y cuando [Herodes] lo había detenido [a Pedro], lo puso en la cárcel. . . intentando llevarlo a la gente después de la Pascua”(Hechos 12: 4).

Pascua (Easter) de resurrección en este verso es una traducción errónea de la palabra griega pascha, que significa “La Cena del Señor” (Passover). En otros lugares, en el Nuevo Testamento, la palabra pascha aparece más de veinticinco veces y se traduce como Pascua (Passover) en todos los casos. Por lo tanto, es obvio que la única instancia de la traducción pascha como Pascua (Easter) en Hechos 12: 4 es errónea y no ofrece apoyo para su práctica.

Resumen

La práctica del Domingo de Resurrección como celebración de la resurrección de nuestro Señor bien puede ser evitada por los fieles seguidores de Jesucristo.

El nombre Pascua (Easter) y sus costumbres (huevos, conejos, servicios a temprana hora, etc.) fueron todos adaptados del paganismo y se han incorporado a dicha celebración; por lo cual, la Pascua de Resurrección está contaminada con el sincretismo.

Los escritores de los evangelios no apoyan una resurrección dominical. Mateo registra que Jesús ya se había levantado de entre los muertos cuando las mujeres llegaron a la tumba cerca del atardecer del sábado. Si la resurrección tuviera que celebrarse un día en particular, el sábado sería más apropiado que el domingo.

Observar el domingo como el día de la resurrección es un invento de la iglesia posterior al primer siglo. En las Escrituras no se encuentran instrucciones para celebrar la resurrección de Cristo, tampoco los textos bíblicos mencionan su celebración en ningún momento en particular por parte de los apóstoles o la iglesia del primer siglo.

La Biblia no prohíbe las celebraciones anuales que presentan con precisión la gracia y la verdad de Jesús, pero el Domingo de Resurrección no cumple con esa norma. Sin embargo, celebrar la resurrección de Cristo como una continuación de la Cena del Señor o como tema principal en la adoración del próximo sábado, puede ser una expresión legítima y gozosa de la libertad bíblica y de nuestra bendita esperanza en el evangelio, si se hace con integridad bíblica y sin la influencia idólatra.

La muerte y la resurrección de nuestro Señor son vitales para nuestra fe en Cristo. 

Ambas son fundamentales para el evangelio y para nuestra salvación. Demostramos nuestra creencia en el Señor resucitado cuando tomamos la comunión en memoria de su muerte sacrificial, como Él lo instruyó. Evitar las celebraciones creadas por el hombre que opacan las instrucciones bíblicas parece ser lo correcto.


Notas Finales

  1. “Feast and Festivals, European,” (“Fiestas y Festivales Europeos”)Dictionary of the Middle Ages (Diccionario de las Edades Medias), Vol. 5(1985 ed.), 36.
  2. Encyclopaedia Britannica (Enciclopedia Británica) Vol. VII, 1898 ed., 613, 614.
  3. Ver Venetia Newall,An Egg at Easter(Un Huevo en la Pascua)(Bloomington, Indiana: Indiana University Press, 1971).
  4. Ibid.
  5. “Easter,” “Pascua de Resurrección”The World Book Encyclopedia (Enciclopedia El Libro del Mundo), Vol. 6, (2001 ed.), 42, 43. 
  6. Robert J. Meyers, Celebrations (Celebraciones): The Complete Book of American Holidays (El Libro Completo de los Días Festivos Americanos) Garden City, New York: Doubleday & Company Inc., 1972), 109.
  7. Encyclopaedia Britannica, (Enciclopedia Británica) 1898 ed.

 

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