El Sábado séptimo día es un legado bendito de Dios dado desde el inicio del tiempo, una herencia rica para todos los pueblos. Dios estableció el séptimo día como el único día de descanso físico y para hacer culto y tener renuevo espiritual.
Ningún otro día o periodo se nos ha dado por un mandato divino para servir a estos propósitos. Dios ni ha designado otro día de la semana para tomar el lugar del Sábado, ni ha anulado el mandato para observar el Sábado. Por eso, creemos que la evidencia bíblica apoya la observancia del Sábado séptimo día por los cristianos en nuestros tiempos.
Pretendemos compartir con usted lo que dice la Biblia acerca del origen del Sábado, lo que significa el Sábado, y como Dios nos ha instruido en observarlo. Aquí, también, se encuentran los resultados de un estudio esmerado de la presentación de la observancia del Sábado y como los primeros cristianos lo tenía en cuenta.
El Origen del Sábado
El Sábado séptimo día es parte del genio creativo de Dios. Sus hechos creativos se relatan en el libro de Génesis capítulo uno, empezando con el relato de la la creación de luz en el primer día hasta la última creación de la humanidad en el sexto día. Génesis 2:1-3 describe el origen de la semana de siete días y como Dios estableció al Sábado séptimo día:
Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora.
Este texto breve nos deja dos verdades importantes. Primero, la semana de siete días, que todavía se observa, comenzó a existir cuando Dios creó al mundo. El ciclo semanal de siete días ha continuado a través de los siglos y es el estándarte de tiempo para todo el mundo civilizado.
Segundo, Dios ha tratado el séptimo día en una manera distinta de los otros seis días de la semana. Durante los días uno a seis, Dios se empeñó en hacer la obra de la creación de “los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos” (v. 1). En contraste a esto, “Al llegar el séptimo día, Dios descansó, porque había terminado la obra que había emprendido” (v. 2).
Este es el origen del día Sábado. A través de su propio ejemplo — al descansar de su creación — que nos dejó, Dios instituyó el Sábado en el séptimo día de la semana de la creación. El Sábado no fue solamente un remedio para el cansancio. El primer día completo en las vidas de Adán y Eva (el primer hombre y la primera mujer) fue el Sábado. Ellos tuvieron la oportunidad de disfrutar el día con Dios antes de que se cansaran con el trabajo y seguimiento de sus propios intereses.
Esto está de acuerdo con el concepto expresado en Levítico 23:3 que el Sábado no fue solamente para descansar pero también para “fiesta solemne”. Según Isaías 58:13, el Sábado es un tiempo de “delicia” para enfocar nuestras atenciones en el gozo de conocer al Señor.
Las palabras de Jesús verifican esta manera de pensar: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Marcos 2:27). En otras palabras, el Sábado séptimo día es un regalo bendito de Dios para la humanidad, no solamente para descansar, sino también, para tener comunión con Dios y su pueblo.
El Significado del Sábado
El séptimo día de la semana es significativamente diferente de los otros seis días. Primero, solamente él se identifica como el Sábado.
Sin una sanción bíblica, uno quizás podría tratar otro día de la semana como si fuera Sábado, pero el Sábado semanal se inauguró por Dios como el séptimo día de la semana. Este punto se repite en el cuarto mandamiento (Éxodo 20:10).
Segundo, el mandamiento no es “un día de siete” debe ser un Sábado a Dios. El séptimo día es el único día de la semana que la Biblia llama “el Sábado”. Esta identificación específica no permite el argumento familiar “un día de siete”, el cual nos permitiría escoger el día que queremos honrar como el Sábado.
Dios hizo tres cosas en el séptimo día que le hizo, única y exclusivamente Sábado:
1. Dios descansó de su obra creadora (Génesis 2:2). La palabra sábado significa “romper” o “desistir”, que indica que su intento original fue cesar del trabajo. Dios no hizo el Sábado para propósitos atléticos, trabajo de la casa o del jardín, o para hacer compras. Dios descansó para ejemplificar el Sábado como un día de descanso físico de nuestras labores e intereses cotidianos.
Este significado se expresa claramente en el origen y continuación del Sábado semanal:
Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido (v. 2).
Pero el séptimo día será un día de reposo para honrar al SEÑOR tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo… (Éxodo 20:10).
2. Al bendecir el séptimo día, Dios lo hizo objeto de su favor especial. A través del relato de la creación en Génesis 1, Dios vio los objetos de su acto creativo como “muy bueno” (v. 31). Pero cuando creó los otros seis días, no pronunció ninguna bendición sobre ninguno de ellos.
Sin embargo, en el verso 22, Dios bendijo todas las criaturas que vivían, y en el verso 28, bendijo la humanidad, que creó en su propia imagen. Cada bendición denota como se iban a bendecir: “Sean fructíferos y multiplíquense.” Así, la bendición de Dios sobre todas las cosas que viven fue para su reproducción, prosperidad, y bienestar continuo. Estas bendiciones fueron esenciales para su perpetuidad. Así también, las bendiciones de Dios sobre el séptimo día fueron esenciales para la perpetuidad del Sábado.
3. Dios hizo santo el séptimo día. Lo santificó, en otras palabras, lo apartó de los otros días. Este acto se debe ver como que tuviera dos resultados importantes.
Primero, hace que el séptimo día de la semana no sea como ningún otro día de la semana. ¡Solo el séptimo día es santo! “El SEÑOR bendijo y consagró el día de reposo” (Éxodo 20:11). Algunas personas dicen que todos los días son santos al Señor, pero ese concepto es contradictorio. La idea básica de que algo es “santo” o “santificado” es que se ha apartado de las otras cosas que son como él. Si todos los días de la semana fueron “apartados,” entonces nos tenemos que preguntar, “¿Apartados de que?” Al fin de todo, ningún día queda especial, ningún día es santo o “apartado.”
Quizás pensamos que debemos considerar todos los días igual. ¡Así no es! Dios dice:
Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al SEÑOR tu Dios… Por eso el SEÑOR bendijo y consagró el día de reposo (Éxodo 20:9-11).
Dios no llamó “mi día santo” a ningún otro día de la semana. El séptimo día de la semana tiene un lugar especial en la mente de Dios, porque lo hizo santo. No podemos nulificar el acto de Dios de santificar el séptimo día de la semana.
Segundo, hacer santo o apartar el séptimo día describe la naturaleza del Sábado mas allá de los simples hechos de cesar de las labores para descansar. El Sábado tiene un propósito religioso también: ¡Es un día santo!
El séptimo día es el día de Dios. Él nos dio los otros seis días de la semana para nuestras propias labores e intereses. Pero Dios consagró el séptimo día de la semana para sí mismo; el día pertenece a él.
Encontramos las siguientes instrucciones a Israel sobre el Sábado séptimo día:
Trabajarán ustedes durante seis días, pero el séptimo día es de reposo, es un día de fiesta solemne en mi honor… será sábado consagrado al SEÑOR (Levítico 23:3).
El Sábado es un día para hacer culto a Dios. El cuarto mandamiento apoya esta idea, porque recuerda que nuestra santificación del Sábado como un día de reposo honra al Dios de la creación:
Acuérdate del sábado, para consagrarlo… que en seis días hizo el SEÑOR los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el SEÑOR bendijo y consagró el día de reposo (Éxodo 20:8, 11).
Por lo tanto, el Señor, como Creador y Proveedor de vida y todo lo que hay en ella, se honra a través del descanso y culto en el Sábado.
El Sábado es un día para descansar y reflexionar en Dios, nuestro Creador, Sustentador y Salvador (Isaías 58:13, 14). Solamente puede disfrutarlo como una “delicia” a través de la comunión, del descanso físico y del culto a Dios.
El Sábado, séptimo día, claramente tiene sus principios en la creación del universo. Su origen y santidad se encuentran en el acto de descansar Dios, de todas sus obras en el séptimo día de la semana, y después que lo bendijo y lo declaró santo.
La Naturaleza Universal del Sábado
Algunas personas hacen referencia al Sábado como “un sábado judío” y le roban su universalidad. Esta aplicación limitada a un pueblo específico o un tiempo en el pasado, hace dudar la relevancia del Sábado para los cristianos hoy en día. Sin embargo, las escrituras presentan al Sábado en su contexto universal tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo. El Sábado no se presenta como una institución judía por la Biblia. Ambas pruebas — circunstancial y directa — apoyan a la naturaleza universal.
Prueba Circunstancial
Hay una prueba circunstancial que los hombres y mujeres de Dios reconocían y observaban el Sábado antes de que fuera dado a Moisés y al pueblo de Israel en el Monte Sinaí cuando se dieron los diez mandamientos. Queremos citar los siguientes ejemplos de apoyo:
1. La falta de alguna referencia del Sábado entre Génesis 2 y Éxodo 16 no es prueba suficiente para decir que el Sábado no se observó durante ese periodo. La ausencia de referencia se puede explicar por el propósito de Génesis: Como implica su nombre, ese libro representa los inicios u orígenes. El libro identifica el origen del universo, de la tierra, y del Sábado. A diferencia, el libro de Éxodo contiene la “Ley de Dios” como un código escrito. Por lo tanto, Éxodo incluye varias referencias al Sábado mientras Dios revelaba su ley moral.
2. Aunque los diez mandamientos no se habían escrito y declarado formalmente por la voz de Dios hasta el Monte Sinaí, hay evidencia que el contenido del decálogo se conocía antes de ese tiempo. En Génesis 4, Caín fue juzgado por Dios por matar a su hermano Abel. Génesis 39:6-9 relata que José rehusó cometer adulterio con la esposa de Potifar. Él dijo, “¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?”
En Génesis 26:5, Dios felicitó a Abraham por haber obedecido sus leyes: “Abraham me obedeció y cumplió mis preceptos y mis mandamientos, mis normas y mis enseñanzas.”
3. Génesis hace referencia al intervalo de siete días en el contexto de varios eventos. Eso puede implicar sencillamente el reconocimiento de la semana de siete días, que, por supuesto, incluiría el Sábado. El relato del diluvio hace referencia cuatro veces a un intervalo de siete días (Génesis 7:4, 10; 8:10, 12). Los festivales del casamiento de Jacob duraron un semana (Génesis 29:27). En Génesis 50:10, José está de luto por la muerte de su padre, Jacob, por siete días.
Los amigos de Job (quien pudo ser contemporáneo de Abraham) se sentaron con él en luto silencioso por sus problemas “durante siete días y siete noches” (Job 2:13).
Si estos periodos son referencias al ciclo de siete días, obviamente incluyen al séptimo día: el Sábado.
4. Éxodo 16 identifica la semana de siete días, que termina con el Sábado. La instrucción de Dios de juntar el maná identifica los primeros seis días de la semana como días para trabajar, pero el séptimo día como el Sábado. Es notario decir que esas instrucciones sobre como juntar el maná y la observancia del Sábado están antes de que Israel recibiera el decálogo en el Monte Sinaí. El pueblo de Israel acababa de salir de un periodo extendido de esclavitud en Egipto cuando pasó esa ocasión; por lo tanto, se puede ver desde dos puntos de vista.
Primero, Dios pudo haber dado esa instrucción sobre el maná como una forma de reestablecer la observancia del Sábado para gente que había sido negado el privilegio por mucho tiempo.
Segundo, y más probable, Dios dio esa instrucción para resforzar la observancia del Sábado para gente que la conocía pero que se había negado a hacerla por mucho tiempo. Dios le dijo a Moisés, “¿Hasta cuándo seguirán desobedeciendo mis leyes y mandamientos?” (Éxodo 16:28). “¿Hasta cuándo seguirán…” no parece que se merece después de sola una ocasión de romper el Sábado.
Evidencia Directa
La evidencia directa de la naturaleza universal del Sábado se encuentra en el mismo decálogo. Los diez mandamientos se pronunciaron por Dios al pueblo de Israel, a quienes les había liberado de la esclavitud en Egipto. Él dirigió los mandamientos primeramente a Israel; sin embargo, el trato inusual de ellos les pone en una clase especial, diferente de los otros que Dios ha dado a la humanidad. El trato especial de Dios con los diez mandamientos da a los preceptos morales que tiene ellos una aplicación universal y sin tiempo.
El decálogo provee evidencia que el Sábado es universal en su naturaleza y propósito.
1. Dios mismo dio verbalmente el texto de los diez mandamientos en el Monte Sinaí al pueblo de Israel. Éxodo 20:1 dice que “Dios habló, y dio a conocer todos estos mandamientos.” Deuteronomio 5:22 reporta que “Estas son las palabras que el SEÑOR pronunció con voz fuerte desde el fuego, la nube y la densa oscuridad… [y] no añadió nada más.” Dios nunca habló a su pueblo en esta misma manera ni antes, ni después. Además, a diferencia de cualquier otra instrucción dada a la humanidad por Dios, “Luego [Dios] escribió [los diez mandamientos] en dos tablas de piedra, y me las entegró [Moisés] (v. 22). Éxodo 31:18 narra como los diez mandamientos se escribieron en tablas de piedra: “Y cuando terminó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, que eran dos lajas escritas por el dedo mismo de Dios.”
El que Dios primero haya hablado con su propia voz el código moral, universal, que son los diez mandamientos, y después, los escribiera personalmente en tablas de piedra, lo separa de las otras revelaciones que Dios ha dado sobre si mismo y su voluntad para el comportamiento de la humanidad.
2. El contenido del decálogo es universal en naturaleza, que revela la justicia eterna de Dios.
¿Qué nos instruye hacer los diez mandamientos exactamente?
i. No tengas otros dioses además de mí.
ii. No tengas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el SEÑOR tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones.
iii. No pronuncies el nombre del SEÑOR tu Dios a la ligera. Yo, el SEÑOR, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera.
iv. Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar el SEÑOR tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el SEÑOR los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el SEÑOR bendijo y consagró el día de reposo.
v. Honrar a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el SEÑOR tu Dios.
vi. No mates.
vii. No cometas adulterio.
viii. No robes.
ix. No des falso testimonio en contra de tu prójimo.
x. No codicies la casa de tu prójimo: No codicies sus esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que les pertenezca (Éxodo 20:3-17).
Casi todos los cristianos enseñan los preceptos morales de los diez mandamientos, pero muchos ignoran el mandamiento sobre la observancia del Sábado o le dan una aplicación diferente, como la del “observar un día de siete.” O transfieran los principios de la observancia del Sábado para el primer día de la semana.
Todos los diez preceptos morales son para hacernos conscientes del pecado: “…mediante la ley cobramos conciencia del pecado” (Romanos 3:20b). Algunos niegan que la observancia del cuarto mandamiento tiene algo que ver con la moralidad, pero es inmoral profanar lo que Dios ha santificado.
3. El propósito citado en el cuarto mandamiento habla de la naturaleza universal de la observancia del Sábado (Éxodo 20: 8, 11). El Sábado como un memorial de la creación del universo es una verdad universal, no una verdad “judía”.
Este mandamiento especifica el tiempo que la humanidad tiene que seguir el ejemplo de Dios de descansar en el séptimo día de la semana. En ese día, debemos descansar de nuestras labores e intereses personales para honrar a Dios. Cuando recordamos el Sábado, reconocemos a Dios como nuestro Creador. Esa verdad preciosa casi se ha perdido para un mundo que cree que el universo solamente “apareció solito” y que la humanidad “se evolucionó” de alguna criatura.
Si el Sábado se había observado fielmente a través de los siglos por todos, no hubiera sido ninguna persona del mundo quien no habría oído de que Dios era Creador. Como se ve ante todo el mundo cristiano, Dios ya no se considera como Creador, mucho porque la cristiandad no se ha acordado el memorial de la Creación: el santo Sábado de Dios.
Jesús y el Sábado
Jesús nos da un ejemplo con su observancia del Sábado. Lucas escribe que “un sábado [Jesús] entró en la sinagoga, como era su costumbre” (Lucas 4:16). Lucas 13:10 reporta que “Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas…” Es significante que Lucas reporte que Jesús inició su ministerio — después de que pasó el bautismo, y el ayuno y la tentación en el desierto — en el Sábado en Nazaret:
Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura, y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.” Y él comenzó a hablarles: “Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes.” (4:16-19, 21).
¡Que declaración! La vida y ministerio de Jesucristo se cumplen en la libertad y la excarcelación que experimentamos de la culpabilidad, el pecado, y la consecuencia de ellos, a través de la fe en él. Por lo tanto, la invitación de Jesús es “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mateo 11:28).
El ejemplo de Jesús en la observancia del Sábado refuerza la práctica de la observancia del Sábado por la iglesia del Nuevo Testamento (Mateo 3:15). La iglesia cristiana casi en su totalidad pone mucha importancia en las enseñanzas del Nuevo Testamento que establecieron el ejemplo y la instrucción de Jesús. Por ejemplo, cuando Jesús fue al Río Jordán para bautizarse, fue para cumplir toda justicia (Mateo 3:15).
La mayoría de los cristianos están de acuerdo que el ejemplo de Jesús del bautismo y su instrucción de ir a todo el mundo para hacer discípulos, para bautizarlos en su nombre para la remisión de los pecados, nos establece claramente la doctrina y la práctica de la iglesia cristiana del bautismo por inmersión en agua.
En una manera semejante, la iglesia cristiana considera que el servicio de comunión es uno de las enseñanzas cristianas más sagradas. Jesús introdujo ese culto memorial antes de que fuese a la cruz. La comunión se ha perpetuada por la iglesia a través de los siglos como un memorial de su muerte. Sus instrucciones antes de ir a la cruz sobre el divorcio, el amor para los enemigos, de pagar lo malo con lo bueno, son consideradas como válidas para nuestros tiempos.
Asimismo, la iglesia necesita considerar en serio que Jesús, por sus propias prácticas e instrucciones antes de la crucifixión, ejemplificó lo que sigue exigiendo de sus seguidores. El ejemplo y las enseñanzas sobre la observancia propia del Sábado deben valer igual como sus instrucciones sobre el bautismo, la comunión, la oración, el culto y la obediencia a la Palabra de Dios. Jesús nos dio un ejemplo claro de adoración, el lugar donde se debía adorar, y el día Sábado. ¡Así era su costumbre!
Además, Jesús nos dio una instrucción clara de cómo un cristiano debe guardar el Sábado. Esa instrucción hubiera sido de muy poco valor o consecuencia si Jesús hubiese intentado descontinuar la observancia del Sábado inmediatamente después de su crucifixión.
El Sábado es el regalo de Dios para el hombre: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado” (Marcos 2:27). Esto quiere decir que Dios ha conferido su bendición sobre el hombre al proveer un tiempo regular y establecido de descanso y para experimentar renuevo espiritual a través de hacer culto.
Jesús confirmó que sí “está permitido hacer el bien en sábado” (Mateo 12:12). Él enseñó este principio como respuesta a los que le acusaron de una actividad no permitida por la ley, es decir, la actividad de sanar en el Sábado. Frecuentemente, acusaban a Jesús de mostrar algún desprecio hacía el Sábado (Juan 5:18).
¿Alguna vez violó Jesús el espíritu y la intención del Sábado? Contestamos enfáticamente que “¡no!” “Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley” (1 Juan 3:4). La Biblia testifica que Jesús “ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado” (Hebreos 4:15).
Los fariseos acusaron a Jesús de romper el Sábado cuando sanó. ¿Qué ley rompió Jesús cuando sanó? Fue la ley oral, la tradición de los judíos, que prohibía sanar en el Sábado. Esa tradición identificaba la curación con el trabajo que rompía el Sábado.
Esta actitud farisaica se puede observar en Lucas 13:14:
Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:
Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado.
Jesús no rompió el Sábado; pero a través de su ejemplo de “hacer el bien”, él lo liberó de los abusos restrictivos de la tradición judía y lo restauró a su intención original y su propósito correcto (Isaías 58:13). ¡El Sábado se hizo para el hombre!
Finalmente, Jesús reclamó propiedad del Sábado. “Así que el Hijo del hombre es Señor incluso del sábado” (Marcos 2:28). Esta declaración es importante por dos razones, por lo menos. Jesús sabía desde la creación cual era la intención de observar el Sábado. ¡Él lo hizo! “Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas” (Colosenses 1:16). Cuando Jesús hizo el servicio humanitario, cuando él asistió a la sinagoga, cuando él predicó y enseñó en el Sábado, sus acciones reflejaron la manera intencionada de observar el Sábado.
El dominio de Jesús sobre el Sábado, su ejemplo de la observancia de ello, y sus declaraciones sobre su propósito apoyan la santidad continua del Sábado para la era cristiana. Al ejercitar su dominio sobre el Sábado, Jesús así denunció la hipocresía con que los judíos de esos tiempos lo observaban (Lucas 13:14-16). Nunca lo devaluó en la bendición que rendía al hombre. En su dominio sobre ello, Jesús lo reclamó y promovió su bendición.
La Iglesia Apostólica y el Sábado
La iglesia del Nuevo Testamento nos dejó un precedente poderos de cómo observar el Sábado. El libro de Hechos reporta que los primeros cristianos todavía se juntaban en el Sábado para hacer culto y para leer la Biblia muchos años después de la muerte y resurrección de Jesús. Aún sin instrucción de hacerlo, los conversos judíos quizás hubiesen guardado el Sábado; pero las asambleas de la iglesia en el Sábado incluían a conversos gentiles también.
Se menciona cuatro veces en Hechos 13 la reunión para hacer culto en el Sábado en alguna sinagoga. Tres de esas referencias dicen que tanto conversos gentiles como conversos judíos estuvieron presentes. En el verso 14, Pablo y sus compañeros fueron a una sinagoga en Antioquía de Pisidia, donde Pablo predicó el evangelio de Cristo a “[los] israelitas, y… los gentiles temerosos de Dios” (v.16). Esos “gentiles temerosos de Dios” comúnmente se reunían en el culto dentro de la sinagoga donde las palabras de los profetas se leían cada Sábado (v.27). Los que se convirtieran al cristianismo siguieron participando en actividades de la sinagoga hasta que los líderes de las sinagogas lo prohibieron.
Versos 42 y 44 reportan que “al salir [Pablo y Bernabé] de la sinagoga, los invitaron a que el siguiente sábado les hablaran más de estas cosas… El siguiente sábado casi toda la ciudad se congregó para oír la palabra del Señor.”
Al amonestar los ancianos de Jerusalén sobre el asunto de cómo los conversos gentiles deberían recibir la comunión de la iglesia (Hechos 15), Jacobo menciona al Sábado.
Hechos 16:13-15 da el relato de una reunión en el Sábado cuando Lidia, una mujer gentil, se convirtió.
La costumbre de Pablo era ir a la sinagoga en el día Sábado sin hacer caso de por donde viajaba. Hechos 17:1-4 relata que Pablo asistió el culto en la sinagoga de Tesalónica por tres Sábados y que su predicación trajo resultados: “Algunos de los judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, como también lo hicieron un buen número de mujeres prominentes y muchos griegos que adoraban a Dios” (v. 4).
Según Hechos 18:4-8, en Corinto, Pablo entraba a la sinagoga cada Sábado, tratando de persuadir a los judíos y los gentiles que Jesús era el Cristo. Mientras crecía la oposición, Pablo y sus oyentes interesados tuvieron que salir de la sinagoga y cambiar a la casa junto a la sinagoga para hacer el culto. El verso 11 reporta que Pablo quedó en Corinto “un año y medio, enseñando entre el pueblo la palabra de Dios.”
Estos relatos ilustran que Pablo y la iglesia del primer siglo observaban el Sábado como el día principal para hacer culto y para predicar la Palabra de Dios. Mientras el evangelismo y la enseñanza bíblica ocurrían durante los otros días de la semana, la iglesia del Nuevo Testamento honraba el día Sábado como su día regular para congregarse.
No hay record de que la iglesia del primer siglo honrara otro día de la semana como hacían con el Sábado. Ni hay ninguna instrucción bíblica de honrar otro día en la misma manera que se honraba el Sábado en el Nuevo Testamento. El record bíblico muestra la continuidad de la observancia del Sábado por la iglesia y que había asamblea regular en el Sábado después de la resurrección de Jesús.
Pocas doctrinas y prácticas son tan bien documentadas en la Biblia como la del Sábado, es decir, de la manera de observarlo y de su propósito. El propio ejemplo de Jesús de la observancia del Sábado y la enseñanza que dio sobre ello eran para reforzar y preservarlo para la era cristiana.
Si el Sábado no hubiera sido tan importante para Jesús, él no habría despertado tanta animosidad hacia sí mismo al corregir las prácticas tradicionales de la observancia del Sábado por los judíos. Sus acciones no fueron para revocar el Sábado, sino para poner la observancia de ello en su propia perspectiva.
El Sábado y la Redención
Deuteronomio asigna un significado interesante y apropiado al Sábado. En Deuteronomio 5:12-15, la forma de expresar el cuarto mandamiento difiere un poco de la versión en Éxodo 20:
Observa el día sábado, y conságraselo al Señor tu Dios, tal como él te lo ha ordenado. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero observa el séptimo día como día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu burro, ni ninguno de tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. De ese modo podrán descansar tu esclavo y tu esclava, lo mismo que tú. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí con gran despliegue de fuerza y de poder. Por eso el Señor tu Dios te manda observar el día sábado.
No semejante a la versión del cuarto mandamiento en Éxodo, lo cual hizo que el Sábado fuera un memorial perpetuo de la creación, aquí el Sábado sirvió para recordar a Israel de un evento más reciente en su generación y experiencia: la liberación. El Sábado les recordaba el acto redentor de Dios al liberarlos de la esclavitud egipcia.
Hebreos 4 hace una aplicación similar al juntar sin poder separar la obra redentora de Jesucristo con el reposo sabático. En este capítulo, el reposo se refiere por lo menos en cuatro maneras: 1) el descanso de Dios después de los días de la creación (vv. 4, 10); 2) el descanso para los hebreos en la Tierra Prometida después de su liberación de la esclavitud en Egipto (v. 5; también 3:16-19); 3) el descanso que ahora se experimenta por los que tienen a Cristo por la fe (v. 3a, e implicado por la palabra “hoy” en v. 7; también vea Mateo 11:28, 29); 4) el descanso futuro en el reino venidero de Dios (vv. 9, 11). Hasta que lleguen los cristianos al día de la venida de Cristo y a la gran consumación, podemos recordar el Sábado como un tipo del descanso final que está por llegar.
La declaración “queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9) contiene una verdad maravillosa. El reposo de Dios todavía está disponible para todo hombre para salvación a través de la fe en Jesucristo. En luz de esta verdad, cada Sábado debería ser una celebración no solamente de nuestra creación sino también de nuestra re-creación a través de la conversión en Jesucristo para la salvación.
Cuando nosotros cristianos nos reunimos en el Sábado para hacer culto, orar, alabar y estudiar la Biblia, cuando el evangelio de Jesucristo se predica, nos recuerda que somos la creación de Dios, y que en nuestra propia generación, hemos tenido un encuentro con el amor redentor de Dios.
Por lo tanto, cada Sábado nos provee la oportunidad de descansar y reflejar la obra redentora de Dios en nuestras vidas. Nuestra redención nos trajo descanso de la esclavitud del pecado. El Sábado es un recuerdo de nuestra redención, como fue recuerdo para Israel hace tantos años de su redención de la esclavitud en Egipto. Celebramos nuestra creación por Dios y nuestra re-creación (la salvación) con nuestro descanso y alabanza en el día Sábado.
Conclusión
¿Deberían los cristianos observar el Sábado séptimo día en la era cristiana? Hay un fuerte y consistente cuerpo de evidencias a través de la Biblia que apoyan la observancia del Sábado por los cristianos. En este folleto, hemos revisado en la Biblia, el origen del Sábado y su lugar especial en la mente de Dios. Hemos mostrado el significado de la observancia del Sábado: primero, como un memorial de la creación, y después — en la era cristiana — como un recuerdo de nuestra liberación del pecado, es decir, nuestra redención. Hemos presentado evidencia de que el Sábado ha sido conocido y observado por el pueblo de Dios desde los tiempos antiguos y atravesando el primer siglo de la era cristiana.
En fin, hemos demostrado en la Biblia que no hay otro día de la semana que ha sido santificado por Dios para observarse como un sábado semanal. La Biblia no contiene ninguna instrucción ni ejemplo de un culto religioso semanal en otro día de la semana aparte del Sábado. Por lo tanto, el Sábado séptimo día queda solo como el día que Dios ha apartado para descansar y hacer culto por su amorosa invitación de gracia: “Acuérdate del sábado para consagrarlo” (Éxodo 20:8).