El regreso del Señor Jesucristo está registrado en las Escrituras como el evento más dramático y espectacular de la historia — el cual será presenciado por todo ser humano en la tierra. Estos textos bíblicos lo describen de la siguiente manera:
Porque así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. . . Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y al sonido de la gran trompeta mandará a sus ángeles, y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo (Mateo 24:27, 30b, 31).
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero (1 Tesalonicenses 4:16). El Señor Jesús se manifiesta desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles (2 Tesalonicenses 1:7b).
¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos. (Revelación 1:7a).
Estos versos y otros más proclaman la realidad de que el último y gran día del Señor es seguro: ¡Cristo vendrá otra vez, y será maravilloso!
Pero muchas personas sienten temor acerca de la segunda venida, especialmente por los acontecimientos que a menudo se asocian con dicho evento. Escuchan hablar del fin del mundo, de la guerra de Armagedón, del anticristo, de la marca de la bestia, del número 666, de las últimas siete plagas, y del juicio final de Dios. Estos temas se usan algunas veces para predecir la segunda venida. Pero no se dicen tal como son.
Jesús dio a Sus discípulos palabras de aliento acerca de Su venida: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí . . . vendré para llevármelos conmigo” (Juan 14:1, 3b). Si somos discípulos de Jesús y confiamos en Dios, también podemos confiar en Jesús y esperar con gran anticipación estar con Él cuando regrese. Nuestro amado Salvador y Redentor va a volver en persona para recibir a todos los santos en Su reino glorioso y eterno.
Para aquellos que se rehúsan a aceptar a Jesús como Señor y Salvador, Su segunda venida ciertamente será un día de temor y pánico. Pero para aquellos que son hijos amados de Dios por fe en Cristo, ¡éste será un día de gran gozo y celebración!
Tres Descripciones del Regreso de Cristo
El lenguaje griego del Nuevo Testamento usa tres palabras para describir el regreso de Cristo: parousia, epiphaneia, y apokalupsis. Cada una representa una imagen y captura un aspecto ligeramente diferente de la manera, propósito, belleza y maravilla de Su venida.
1. Parousia, la palabra usada con más frecuencia significa “presencia”, e implica llegada, advenimiento o venida. En el uso común del primer siglo, indicaba la visita de un príncipe a una de sus provincias.1 En el contexto del Segundo Advenimiento, sugiere varios aspectos de la venida de Cristo. Por ejemplo, el que será algo repentino y que todos lo presenciarán — también que será como el rayo (Mateo 24:27, 37, 39) y también se relaciona con la resurrección de los muertos (1 Corintios 15:23; 1 Tesalonicenses 4:15, 16).
Parousia incluye todo lo que se cumple con el regreso de Jesús. Los creyentes pueden esperar con una alegre anticipación el día en que Jesús nos dé la bienvenida a Su reino con estas palabras: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! . . . ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mateo 25:21). Entonces disfrutaremos de Su presencia por siempre.
2. La palabra griega epiphaneia literalmente significa “aparecer”. Como término técnico religioso, se refiere a una manifestación visible de un poder espiritual, ya sea en forma personal o por un acto sobrenatural indicando su presencia.2
En 2 Timoteo 1:10 epiphaneia se refiere al primer advenimiento de Cristo, cuando apareció como el hijo de la Virgen María para traer salvación a la humanidad. En el contexto del Segundo Advenimiento, la palabra describe la aparición de Jesús como rey para tomar Su trono. Anticipa Su regreso desde el cielo para aparecer como rey que viene a juzgar a los pecadores (2 Timoteo 4:1) y para recompensar con una corona de justicia a todos los que confiaron y obedecieron al Señor. Pablo expresó esa confianza de la siguiente manera:
Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado su venida [epiphaneia] (2 Timoteo 4:8).
3. La tercera palabra griega apokalupsis, significa una “revelación”, una “manifestación”, un “descubrimiento”.3 Perteneciente al Segundo Advenimiento, describe la gloria con la cual Cristo será revelado en las nubes del cielo: “Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste [apokalupsei] desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles” (2 Tesalonicenses 1:7b).
Aunque esta revelación del Señor es un terror para los impíos, traerá gozo y justificación a los creyentes. Pedro animó a los creyentes cuando escribió, “Alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele [apokalupsei] la gloria de Cristo” (1 Pedro 4:13).
¡Qué gran imagen es ésta del Rey que viene para recompensar a Sus seguidores, y a tomar Su trono en la total manifestación ardiente de la gloria de Dios!
Resurrección de los Santos
Todos los creyentes anticipan la segunda venida del Señor porque todos los que han muerto en Cristo se levantarán de sus tumbas para recibir sus cuerpos inmortales. Al mismo tiempo, los que estén vivos y que honran a Jesús como Señor y Salvador serán transformados para que todos vivan en inmortalidad y gloria por siempre con Jesús. El apóstol Pablo escribió:
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras (1 Tesalonicenses 4:16-18).
Detalles adicionales se encuentran en la primera carta de Pablo a los Corintios, la cual afirma que la resurrección sucederá al sonar de la “la última trompeta”, cuando Cristo regrese:
Fíjense bien en el misterio que les voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta. Pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados. Porque lo corruptible tiene que revestirse de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad. Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: “La muerte ha sido devorada por la victoria” (1 Corintios 15:51-54).
Por los textos de Pablo podemos determinar que
- Los creyentes que murieron resucitarán para vida eterna cuando Jesús regrese.
- Al mismo tiempo, los creyentes que estén vivos al regreso de Jesús serán transformados para inmortalidad y gloria.
- Los justos que estén vivos y los que resucitaron contemplarán el glorioso retorno de Cristo y morarán con Él desde ese momento hasta la eternidad. Ésta es la bendita esperanza de cada cristiano.
Las enseñanzas de Pablo en las Escrituras no son las primeras en mencionar la creencia que la aparición de nuestro Salvador en la tierra está relacionada con la esperanza de que los creyentes recibirán nuevos cuerpos. La descripción de Job acerca de la venida del Señor y de su propia resurrección nos maravilla porque fueron dadas mucho tiempo antes de que Cristo se levantara de los muertos y antes de las enseñanzas del apóstol Pablo.
El anciano Job, aunque no disfrutó de la claridad de la imagen de la redención y de la resurrección corporal a través de Cristo mencionada en el Nuevo Testamento, expresó una confianza remarcable en un Redentor que lo justificaría algún día y se encargaría de su carne dañada:
Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte. Y, cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos. Yo mismo espero verlo; espero ser yo quien lo vea, y no otro. ¡Este anhelo me consume las entrañas! (Job 19:25-27).
Parece que este es el único texto del Antiguo Testamento que relaciona la esperanza hebrea primitiva de vida después de la muerte con la aparición personal de la figura de un mesías/redentor.
Las palabras de Pablo a Tito hablan acerca del regreso del Señor y de nuestra resurrección, usando otras palabras:
En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Tito 2:11-13).
En este texto, la “bendita esperanza” de cada creyente es una alusión clara de la resurrección prometida de los muertos. Nuestra esperanza cristiana no es de un alma inmortal que se va al cielo cuando muere. Más bien, la Biblia enseña que los muertos esperan en sus tumbas hasta la resurrección al regreso de Cristo. Para obtener más información acerca del tema del estado de los muertos y del alma inmortal, pida su folleto gratuito El Hombre y la Inmortalidad.
Juicio de los Creyentes
La segunda venida de Cristo también está cercanamente relacionada con la enseñanza bíblica acerca del juicio. El juicio de Dios es absoluto; ¡nadie se escapa!
Jesús declaró fuertemente:
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados (Juan 5:28, 29).
Y Pablo escribió:
Porque es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo (2 Corintios 5:10).
Pero Pablo también escribió acerca de los justos que murieron que son llamados de sus tumbas y se unen a los vivientes para recibir a Jesús en el aire al momento que descienda del cielo (1 Tesalonicenses 4:15-17). Por lo que este texto dice, parece que no hay una pausa en la venida de Jesús que le permitiría convocar rápidamente un largo juicio de cada justo.
¿Por qué? ¿Los justos se salvan del juicio de Dios?
Lo que el evangelio enseña es que aquellos que están en Cristo ya fueron juzgados al momento de la muerte y resurrección de Cristo: “Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación [liberados]” (Romanos 4:25). Al continuar en Cristo, los creyentes estarán ante Dios sin culpa y justificados. “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación hay para los que están unidos a Cristo Jesús (8:1). Porque estamos justificados — liberados — de todos nuestros pecados por medio de nuestra fe en Jesucristo, nos presentamos sin culpa delante de Dios. Nuestra relación con Cristo nos hace justos: “Al que no cometió pecado alguno, [Jesús], por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios” (2 Corintios 5:21).
Por medio de la fe y confianza en Jesús, Dios nos acredita (toma en cuenta) la justicia de Cristo. Cuando Dios nos mira a través de la sangre de Cristo, lo que Él ve es la justicia de Cristo en nosotros. ¡En Cristo somos declarados santos, sin mancha o acusación ante los ojos de Dios! (Colosenses 1:21, 22).
Por causa de la justicia otorgada de Dios, ya habremos sido juzgados justos cuando Cristo regrese. Si somos presentados santos y sin acusación delante de Dios, no necesitaremos comparecer ante Él para juicio como será con los pecadores. Podemos estar seguros sabiendo que “El Señor conoce a los suyos” (2 Timoteo 2:19b), y que “el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida” (Juan 5:24).
De hecho, Pablo afirmó que en Cristo los cristianos ya están sentados con él en lugares celestiales (Efesios 2:6). Como justificados, levantados y creyentes sentados con Cristo, ¡vamos a regocijarnos y anticipemos el regreso de nuestro Salvador!
De hecho, Pablo afirmó que en Cristo, los cristianos ya están sentados con Él en lugares celestiales (Efesios 2:6). Como justificados, levantados y creyentes sentados con Cristo, ¡vamos a regocijarnos y anticipemos el regreso de nuestro Salvador!
El Juicio de los Pecadores
Por el otro lado, aquellos que rechazan a Jesús como Señor y Salvador enfrentarán el juicio de Dios con todos sus pecados todavía sobre sus cabezas. Su juicio será una experiencia para lamentar. Jesús la describe así:
“Allí habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean en el reino de Dios a Abraham, Isaac, Jacob y a todos los profetas, mientras a ustedes los echan fuera” (Lucas 13:28).
Pablo escribió:
Dios, que es justo, pagará con sufrimiento a quienes los hacen sufrir a ustedes. Y a ustedes que sufren, les dará descanso… Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, para castigar a los que no reconocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del Señor y de la majestad de su poder, el día en que venga para ser glorificado por medio de sus santos y admirado por todos los que hayan creído (2 Tesalonicenses 1:6-10a).
Pablo advirtió al pecador, “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23a).
Revelación 20:11-14 describe el gran trono blanco del juicio al final del reinado de mil años de Cristo cuando los que no creyeron serán levantados de la muerte para ser juzgados. Este juicio resultará en la “segunda muerte” — la destrucción eterna de los pecadores: “Este lago de fuego es la muerte segunda” (v. 14b). Un poco antes en ese mismo capítulo describe a los justos como a quienes ya se les ha otorgado la vida eterna; los cuales ya no están sujetos a esta “segunda muerte” (v. 6). Pero “Aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era arrojado al lago de fuego” (v 15).
¡Qué terrible será morir eternamente! Por eso es tan importante prepararse ahora, mientras estamos con vida.
El Momento del Regreso de Jesús
En cuanto al momento de Su regreso, Jesús declaró claramente, “Pero, en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre… El Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen” (Mateo 24:36, 44) y “No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre, les contestó Jesús” (Hechos 1:7).
A pesar de las declaraciones definitivas de Jesús en cuanto a este tema, la historia de la iglesia está llena de predicciones fallidas acerca de la segunda venida de Cristo. Aun en nuestros días muchos estudiantes han pensado que ellos pueden discernir lo que no es conocido ni aun por los ángeles. Al poner fechas, han desacreditado la Palabra de Dios, desanimando a los que conocen la Palabra, y causando desgracia a sí mismos.
Otros dicen que la segunda venida de Jesús será precedida por un tiempo de caos y problemas en el mundo y que ciertas señales indicarán que su regreso está cercano. Muchos utilizan la profecía de Jesús mencionada en Mateo 24:
“Ustedes oirán de guerras y de rumores de guerras . . . Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes” (v 6a, 7).
Y al ver que muchas de estas cosas están sucediendo por todos lados, estamos tentados a decir que el regreso de Jesús es inminente. Pero Jesús sigue diciendo más adelante: “Procuren no alarmarse. Es necesario que eso suceda, pero no será todavía el fin” (v. 6b), y “todo esto será apenas el comienzo de los dolores” (v. 8).
Estos eventos no tenían el propósito de tomarlos como un indicador que permitiría a los seguidores de Jesús crear una saga de tiempo para predecir Su regreso. Guerras, hambre, terremotos han ocurrido desde que el pecado entro al mundo en Génesis 3. Algunas personas dicen que se está poniendo peor ahora, y posiblemente es cierto. Pero Jesús no dijo que su incremento podría utilizarse para predecir Su regreso. Sino que, esas “señales” deberían recordar a los creyentes de cada generación que vivimos en un mundo caído y lleno de pecado y no deberíamos sorprendernos ante las calamidades de la naturaleza y del conflicto entre los hombres y las naciones. En lugar de eso deberíamos saber que nuestra única esperanza verdadera está en Cristo —que un día regresará para traer paz a esta tierra y a galardonar a Sus seguidores.
Otras profecías han sido enseñadas por muchos creyentes para dar una seña final de la segunda venida de Jesús: la muy-anticipada gran tribulación, el avivamiento de los poderes de la bestia de Revelación 13, la imposición de la marca de la bestia, 666 (v. 16-18), la reconstrucción del templo en Jerusalén y la guerra de Armagedón en el Israel moderno. Pero todos estos eventos probablemente no van a suceder en secuencia o en una forma en que podamos predecir justo antes el regreso de Cristo. Y hasta es posible que algunos de esos eventos ya sean parte de la historia.
Pero vamos a suponer que esos eventos están por suceder. La pregunta es, ¿dentro de qué lapso de tiempo sea poco o mucho, van a suceder estas cosas antes de la segunda venida?
Considere que, en 1948, cuando Israel se convirtió en un estado independiente, muchos predijeron que Jesús vendría en la próxima generación después de dicho evento, basado en Mateo 24:34: “Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan”. Confiadamente afirmando que una generación consta de alrededor de cuarenta años, entonces esperaban que Jesús regresaría en 1988. Ya hemos pasado esa fecha hace mucho, y ¡Jesús aun no regresa!
Jesús habló inexorablemente acerca del incierto momento de Su regreso: “Nadie sabe el día ni la hora”. La profecía es importante, pero no fue dada para predecir los encabezados de los noticieros matutinos del mañana, o para asustar a las personas para que reciban a Jesús o para marcar una serie de fechas y eventos que apuntan hacia la segunda venida.
Sin embargo, Jesús dio a Sus discípulos un principio para interpretar la profecía bíblica: “Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda crean que yo soy” (Juan 13:19). Este texto sugiere que podremos estar en mejores condiciones de relacionar la profecía con eventos que ya han sucedido, en lugar de tratar de predecir cuándo sucederá en realidad. Haciendo una revisión de cómo las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron cuando Cristo vino por primera vez confirma que tales profecías pueden entenderse solamente después que fueron cumplidas. Pero tratar de ver hacia el futuro y aprender cuándo y cómo algo va a suceder es algo muy riesgoso.
Cualquier idea de que la profecía bíblica revela el año, mes, día, o la hora del regreso de Jesús no es bíblico. Usar la profecía para calcular cuando va a regresar Jesús es un error. Pero lo que es cierto es que todos nosotros, individualmente, podemos morir en cualquier momento. Para nosotros, esa será la segunda venida de Jesús y el día del juicio.
¡Jesús podría venir este mismo día! ¿Está preparado?
Estar Preparado Constantemente
Los apóstoles amonestaban frecuentemente a los creyentes para que fueran fieles y pacientes al anticipar el regreso de Cristo, pero esperar no es fácil. Se presentan circunstancias difíciles que hacen que los santos anhelen la llegada de ese día. Aún más, algunos piensan que la venida del Señor está tardando, y muchos hasta se mofan de la idea de que si en verdad sucederá. Las personas se burlaban en el primer siglo, por lo que los escritores del Nuevo Testamento pensaban que eran los últimos días. Considere la advertencia de Pedro:
Ante todo, deben saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: ¿Qué hubo de esa promesa de su venida? “Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3, 4).
Al mal interpretar las profecías acerca de la venida del Señor, algunos se desaniman y han perdido la fe en Su regreso. Otros se vuelven incrédulos y tienen dudas porque se han desanimado por causa de una predicción fallida. Algunos no quieren que sus vidas sean interrumpidas por el regreso de Cristo debido a su incredulidad, o porque están ocupados tratando de alcanzar sus metas terrenales.
Jesús advirtió, “Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera, aquel día caerá de improviso sobre ustedes” (Lucas 21:34).
Si espera a prepararse hasta que vea que ya viene, habrá esperado demasiado. Lea las palabras de Jesús acerca de este asunto:
“La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé. Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaba y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre” (Mateo 24:37-39).
Para estar listo para el regreso del Señor, necesitamos rendir nuestras vidas a Dios creyendo en Cristo antes de Su regreso. Hoy es el día de salvación. ¡Créalo! ¡Actúe ahora mismo!
Como Prepararse
Jesús enseñó a los creyentes a vivir cada momento como si fuera el último antes de Su regreso:
“Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben que día vendrá su Señor . . . Por eso también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen” (Mateo 24:42, 44).
“¡Estén alerta! ¡Vigilen! Porque ustedes no saben cuándo llegará ese momento. . . .
Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ‘¡Manténganse despiertos!’” (Marcos 13:33, 37).
La palabra vigilar en estos versos no quiere decir estar al pendiente de los eventos del mundo para tratar de figurar cuando va a regresar Jesús. Sino que insta a los creyentes a cuidar de sí mismos para que no sean encontrados en pecado y en incredulidad. Jesús enfatizó esto en Lucas 21:36: “Estén siempre vigilantes, y oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder, y presentarse delante del Hijo del hombre”.
En una parábola en Mateo 24, Jesús contó a sus seguidores acerca del maestro que puso a su siervo a cargo de su casa y después se fue de viaje por un tiempo indefinido. Suponemos que ese siervo comenzó a vivir una vida egoísta, y llena de pecado y perversión. Jesús dijo, “El día en que el siervo menos lo espere y a la hora menos pensada, el Señor volverá . . . Lo castigará severamente…” (v. 50, 51). A diferencia de ese siervo malvado, un siervo fiel y sabio estará ocupado haciendo la voluntad del Maestro todo el tiempo. Jesús dijo esto de él, “Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber” (v. 46).
Otras parábolas, como la de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13), los talentos (v. 14-30), las ovejas y las cabras (v. 31-46), y el hombre tomando un viaje (Marcos 13:34-36), nos recuerdan que no sabemos cuándo va a llegar nuestro final — sea por nuestra propia muerte o por el regreso de Jesús a esta tierra. Entonces siempre debemos estar ocupados hacienda Su voluntad.
La Biblia nos da unos pasos básicos para prepararnos: Confiese su fe en Jesucristo como el Hijo de Dios; reconozca Su muerte, sepultura, y resurrección como propiciación por sus pecados (Romanos 10:9); arrepiéntase y bautícese en el nombre de Jesús para remisión de sus pecados (Hechos 2:38).
Si pusiera toda su fe y confianza en el Señor para obtener la salvación eterna, y si caminara en una comunión de amor con Él y con otros de acuerdo a Su Palabra, entonces puede anticipar el regreso de Cristo con gran esperanza en lugar de temor (1 Juan 4:17-19).
Jesús dijo, “Sí, vengo pronto” (Revelación 22:20). Que nuestra respuesta sea “Amén. Ven, Señor Jesús”.
3/2021
1. William Barclay, The Daily Study Bible Series, (Las Series del Estudio Bíblico Diario) Westminster Press, “The Letters of James and Peter, (Las Cartas de Santiago y Pedro)” p.122.
2. William F. Arndt and F. Wilbur Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature (Un Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testament y Otras Primeras Literaturas Cristianas), Fourth Revised and Augmented Edition (Cuarta Edición, Revisada y Aumentada) 1952, Chicago: The University of Chicago Press, p. 304.
3. W. E. Vine, An Expository Dictionary of New Testament Words (Un Diccionario Expositorio de las Palabras del Nuevo Testamento), Thomas Nelson Publishers, pp. 964, 965.