La Santa Cena

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La celebración de la Cena del Señor es un servicio cristiano solemne en memoria de la crucifixión de Jesús. Introducida por nuestro mismo Salvador en la noche que fue traicionado, conmemora Su muerte en la cruz del Calvario como sacrificio por nuestros pecados, ¡para que pudiéramos vivir! 

La Cena del Señor, también conocida como comunión, ilustra nuestra comunión con Cristo, y nos recuerda que somos miembros del cuerpo de Cristo — la iglesia — y que nuestro Señor vendrá otra vez.

Este folleto examinará el origen y significado de la Cena del Señor; cómo simboliza nuestra participación en el cuerpo y sangre de Cristo; la importancia de nuestra comunión con otros creyentes; el significado del pan y el fruto de la vid usados en esta conmemoración; y sus fechas, frecuencia y su naturaleza eterna. También consideraremos la práctica del “lavamiento de los pies” y la pregunta de quienes pueden participar en el servicio. 

Origen de la Institución de la Cena del Señor

Mateo, Marcos, y Lucas nos reportan que al acercarse la fecha de la celebración anual de la Pascua, Jesús le dio instrucciones a Pedro y a Juan de que hicieran los arreglos necesarios para que Él y los doce discípulos comieran juntos. Esa noche, mientras Jesús y los discípulos estaban reclinados alrededor de la mesa, comiendo la que sería su última cena pascual juntos, Jesús hizo algo diferente — algo que sería practicado por Sus seguidores de todos los tiempos como un memorial de Su muerte.

También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: “Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). 

Después tomó la copa, dio gracias, y se la ofreció diciéndoles: “Beban de ella todos ustedes. Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados” (Mateo 26:27, 28). 

Y aunque la institución de la Cena del Señor coincidió con la Pascua, no era la intención solamente de que fuera una reinterpretación o extensión de la Pascua. Más bien, era un nuevo memorial que permitiría a los seguidores de Jesús proclamar su creencia personal en Él.

Considere algunos de los aspectos más significativos de la Pascua del Antiguo Testamento:

  • la participación familiar (Éxodo 12:3, 4); 
  • el sacrificio de un cordero para la cena de la Pascua (Deuteronomio 16:2); 
  • era una celebración de siete días, confinada por los sábados anuales (v. 1-8); 
  • se comía pan sin levadura durante el tiempo que durara la celebración (v. 8); 
  • entre los varones, solamente podían participar los que estaban circuncidados (Éxodo 12:48, 49);
  • esta observación era un evento nacional en un lugar designado para ello, el cual, después del establecimiento del templo fue Jerusalén (Deuteronomio 16:6).

El servicio memorial instituido por Jesús es diferente de la Pascua. Lo más importante es, que, mientras que la pascua mira hacia la liberación de Israel de Egipto y solo prefigura la muerte de Jesús, el memorial de la Cena del Señor centra su enfoque totalmente en el sacrificio de Cristo por los pecados de todo el mundo.

El escritor de Hebreos enseñó que los sacrificios y rituales del antiguo pacto, incluyendo aquellos asociados con los festivales de Israel, encontraron su cumplimiento en el sacrificio único de Jesús (Hebreos 9:9-15; 10:10-12). “Cristo, un cordero sin mancha y sin defecto” (1 Pedro 1:19) cumplió todos los ejemplos simbolizados en la Pascua, y el ¡sacrificio de animales llegó a su fin!

Además, Jesús les dio el pan sin levadura, antiguamente como un recordatorio de la rápida salida de Israel de Egipto, ahora con un significado totalmente nuevo: “Esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26). También le dio un significado nuevo a la copa de la mesa de la Pascua: “Esto es mi sangre” (28). “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derrama por ustedes” (Lucas 22:20).

Contrario a las reglas de la Pascua que requerían la circuncisión en los hombres y que todos los miembros de la familia participaran, la Cena del Señor se debe observar solo por aquellos quienes su fe en Jesús los ha llevado a entregarle sus vidas. La Instrucción de Jesús, “beban de ella todos ustedes” (Mateo 26:27), es una ordenanza para que todos los creyentes tomen parte de la Cena del Señor. A diferencia de la Pascua, que era inseparable de la historia de una nación, Israel, la redención cumplida con la muerte de Jesús, está al alcance de los creyentes de todas las razas y naciones (Gálatas 3:28). 

A diferencia de la Pascua, la Cena del Señor no es una celebración que se extiende por varios días. Más bien, es un servicio memorial, único, solemne, que puede observarse en cualquier lugar del mundo en donde los creyentes se reúnan.

Aunque hay muchas similitudes en los simbolismos de la Santa Cena y la Pascua, los contrastes y diferencias son muy grandes. Por lo consiguiente, no es acertado pensar de este memorial simplemente como una versión de la Pascua del Nuevo Testamento.

Significado de la Cena del Señor

Aproximadamente dos décadas después de que Jesús instituyera este memorial, el apóstol Pablo escribió a la iglesia de Corinto acerca de su significado.

El Señor Jesús . . . tomó pan, y, después da dar gracias, lo partió y dijo: “Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí” (1 Corintios 11:23-25).

La Cena del Señor ilustra gráficamente la doctrina de salvación. Al participar del pan y del fruto de la vid, proclamamos la muerte expiatoria del Señor (v. 26) y que Su sangre. . . nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Nosotros afirmamos nuestra fe en Él y la aceptación de Su sacrificio como pago por nuestros pecados. Recordamos el amor de Dios que mandó a Su Hijo al mundo para salvar a los perdidos (Juan 3:16); recordamos el sacrificio voluntario de Jesús como expiación de nuestros pecados (Efesios 1:7); y recordamos la obra redentora de Cristo terminada en la cruz (Hebreos 10:12, 14). 

Por otro lado, la Cena del Señor es un recordatorio solemne del sufrimiento de nuestro Salvador y de Su muerte en la cruz, produciendo pensamientos de aflicción y agonía. Y por el otro lado, es una celebración de nuestra redención y liberación del pecado, ¡lo que nos trae mucho gozo! 

Unión Con Cristo 

Pablo comprendió que la Cena del Señor era una ilustración de nuestra continua relación con Cristo.

La copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? (1 Corintios 10:16 RVC).

Cada vez que participamos de los símbolos memoriales, la sangre y el cuerpo de Jesús, en la Cena del Señor, ¡afirmamos nuestra creencia en Su constante comunión con nosotros! Nosotros estamos en Él y Él en nosotros (Juan 14:20). 

El Nuevo Testamento nos ilustra lo que significa estar unido con Cristo por medio de varias metáforas. Primero, tenemos a la vid y los pámpanos en Juan 15:

 “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada” (v. 5).

El apóstol Pablo compara a los creyentes con el templo de Dios: 

“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? . . . El templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo” (1 Corintios 3:16, 17).

Pablo también escribe sobre la iglesia como el cuerpo de Cristo: “Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo” (1 Corintios 12:27). Al comer el pan del servicio de la comunión, afirmamos nuestra posición en la iglesia, el cuerpo de Cristo, el cual se compone de todos los que están en Él.

La Santa Cena también nos recuerda que la iglesia es la novia de Cristo — que algún día, a Su regreso, se unirá con Él en gloria en la cena de las bodas del Cordero (Revelación 19:7, 8; Efesios 5:25-27).

De hecho, cuando Jesús dio la copa a Sus discípulos, estaba pensando en el día cuando volvería a tomarla junto con ellos en el reino: “Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios” (Lucas 22:18). Y Pablo declara explícitamente que al comer el pan y beber la copa, “proclaman la muerte del Señor hasta que él venga” (1 Corintios 11:26).

 Cuando observamos la Cena del Señor en memoria de la muerte de Jesús, también confesamos nuestra fe en Su regreso.

Unión con Otros Creyentes 

Al participar de la Cena del Señor y proclamar nuestra unión con Cristo, también estamos proclamando nuestra unión con otros creyentes que son parte del cuerpo de Cristo, la iglesia. Pablo lo deja muy claro en su carta a los Corintios:

Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo (1 Corintios 10:17).

“Pues, así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros…también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás” (Romanos 12:4, 5). “Él [Cristo] es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia” (Colosenses 1:18).

Como miembros del cuerpo de Cristo, cada uno de nosotros tiene el deber de sujetarse a Cristo, nuestra cabeza y ser devotos unos a los otros en amor fraternal, honrando a otros sobre nosotros, compartiendo con los que tienen necesidad, practicando la hospitalidad, y viviendo en armonía (Romanos 12:9-16; 1 Corintios 12:25). 

Cuando las personas participan de la Cena del Señor, les anima y recuerda como creyentes a luchar por la unidad en su relación con otros. De hecho, Jesús nos insta a reparar nuestras relaciones con los demás antes de venir a adorar. 

Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda (Mateo 5:23, 24).

La Santa Cena es un recordatorio efectivo de que necesitamos ser cuidadosos en mantener buenas relaciones con nuestros hermanos porque todos compartimos la misma gracia gloriosa y el perdón de Cristo. ¡Esta es una razón maravillosa para participar del pan y el vino con los santos de Dios! Y al mismo tiempo es una advertencia muy sobria: si hay enemistad o contienda entre nosotros y otro creyente, no podemos tomar parte de la Cena del Señor apropiadamente, hasta que por lo menos hayamos hecho nuestra parte en buscar la reconciliación (Mateo 5:23, 24; 6:12; 18:35; Marcos 11:25; Efesios 4:26; 5:32; 1 Juan 4:19-21).

Una Lección en Humildad 

El evangelio de Juan reporta los eventos de la Última Cena de Jesús desde una perspectiva diferente a la de los otros evangelios. En lugar de decir los detalles del compartimiento del pan y del fruto de la vid, Juan describe como Jesús se levantó de la mesa, se quitó la ropa, se ciñó una toalla a Su cintura, vertió agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos (Juan 13:4-11). 

El significado de lo que Jesús hizo se explica en los versos 12-15:

¿Entienden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman ‘Maestro’ y ‘Señor’, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.

Esta declaración hace eco a lo que Jesús había enseñado previamente a Sus discípulos cuando discutían entre ellos de quien sería considerado el mayor (Lucas 22:24). Él les dijo “. . . el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda, como el que sirve . . . yo estoy entre ustedes como uno que sirve” (v. 26b, 27). Al lavar los pies de los discípulos, Jesús les demostró como deberían amarse y servirse unos a otros sin tomar en cuenta su rango o posición (Juan 13:14). 

Una de las glorias de la fe cristiana es que se da en igual medida a todos los santos que reciben el amor de Dios y gracia salvadora por medio del sacrificio de Cristo. Y se nos recuerda esa igualdad cuando venimos a la mesa del Señor donde no existe rango o superioridad, ni rico ni pobre, no clase social alta o baja. Todos somos simplemente creyentes en Cristo. El lavamiento de los pies refuerza esta hermosa verdad. Y les recuerda a los santos que la humildad debe ser un estilo de vida. Como siervos de Dios, debemos seguir el ejemplo de Jesús y estar dispuestos a servirnos unos a otros en la forma más humilde cada día de nuestra vida. 

La Iglesia de Dios (Séptimo Día) practica el lavamiento de los pies porque Jesús lo modeló e instituyó. Se le llama “ordenanza de humildad,” y clamamos la bendición prometida por Jesús al practicarla. 

Pues, si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes 

. . . Dichosos serán si lo ponen en práctica” (Juan 13:14, 15, 17). 

La Fecha de la Cena del Señor 

Jesús dijo a Sus discípulos, “Hagan esto en memoria de mí” (Lucas 22:19) y “. . . hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí” (1 Corintios 11:25). Esto implica que el servicio de la Cena del Señor es un memorial que debe repetirse. La instrucción de Pablo a los Corintios requiere que su celebración sea repetida. “Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga” (1 Corintios 11:26). 

La Biblia no da instrucciones explícitas sobre la fecha y frecuencia de la Cena del Señor. Sin embargo, nos damos cuenta, que la Cena fue instituida en la tarde en el tiempo de la Pascua hebrea a inicios de la primavera. Primera de Corintios 11:23 lo pone de esta manera “. . . Que el señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan . . .” Esto sucedió durante las primeras horas de la tarde la noche anterior que fuera arrestado, tentado y crucificado (Marcos 14:12—15:37). 

Respetando este origen histórico, la Iglesia de Dios (Séptimo Día) ha elegido celebrar el servicio de la comunión anualmente justo después de la puesta del sol comenzando la fecha de la Pascua, el 14 de Nisán del calendario hebreo. (Esta fecha varía de finales de marzo a finales de abril de nuestro calendario.) No insistimos en una fecha exclusiva para la celebración de la Cena del Señor. El punto vital es que la Iglesia observe este memorial juntos, en el Espíritu de Cristo, en el tiempo apropiado.

¿Quién Deben Participar? 

El servicio de la comunión es para los discípulos de Cristo. Es para aquellos que se han arrepentido de sus pecados, los que han confesado su fe en Él Señor Jesucristo como Salvador, y que han rendido sus vidas a Él y han sido bautizados en Su nombre. Participar del memorial anual de la muerte de Cristo reafirma lo que el creyente proclamó públicamente cuando fue bautizado. 

El apóstol Pablo animó a los participantes a examinarse a sí mismos antes de participar de la Cena del Señor. “Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa” (1 Corintios 11:28). La razón de esta auto examinación está declarada en los versos 27, 29:

Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor . . . Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo come y bebe su propia condena.

La insistencia del apóstol en la auto examinación debe verse bajo el contexto de la mala conducta que la iglesia de Corinto tenía durante el “festejo del amor,” una cena comunal, la cual, aparentemente comían junto con la Cena del Señor. Algo parecido a lo que conocemos hoy en día como “potluck” cuando todos los hermanos traen comida para compartir con toda la congregación. Sin embargo, durante sus comidas, los corintios fallaron en demostrar el amor cristiano en muchas maneras. Había divisiones entre ellos. A veces llegaban, comían y bebían en exceso, y no tenían en consideración las necesidades de los demás. Su comportamiento humillaba a los pobres (v. 18-22). 

Estos comportamientos egoístas hicieron que la iglesia no fuera digna de comer el pan o beber de la copa del Señor (v. 27): “De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor” (v. 20). ¿Qué quiso decir el apóstol? Quiso decir que era imposible participar dignamente de la Cena del Señor teniendo esas conductas pecaminosas. Su conducta indigna era igual a estar “pecando contra el cuerpo y sangre de Cristo” (v. 27). Pablo reprobó a los corintios por su conducta (v. 22) porque violaba las éticas cristianas del amor, perdón, consideración por los pobres, preferencia por otros, y la libertad de compartir con aquellos en necesidad.

Por lo tanto, cualquier aproximación inconsiderada a la mesa del Señor puede resultar en pecado contra el cuerpo y sangre de Cristo. Una auto examinación adecuada prueba nuestras actitudes y conducta con los modelos bíblicos para que podamos arrepentirnos, hacer correcciones, y participar sin condenación (v. 28, 29). La explicación del apóstol Pablo para el remedio de ser indignos fue: “Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría” (v. 31).

La intención de esta enseñanza no era para alejar a los creyentes sinceros de la mesa de la comunión requiriendo perfección en pensamiento, palabra y obras. Más bien, su propósito era para animar a los creyentes a examinar sus corazones y, donde fuera necesario, enmendar su comportamiento para estar preparados para este servicio tan importante, solemne y conmemorativo. En nuestra auto examinación y corrección de nuestro comportamiento, podemos clamar a la gracia de Dios para que nos haga dignos de participar en la Cena del Señor. Es solamente por Su gracia que para siempre somos dignos de comer el pan y tomar de la copa de la comunión.

Resumen

Jesús instituyó la ordenanza de la Cena del Señor en la víspera de Su muerte. Nos recuerda del gran sacrificio que Él hizo para darnos la salvación. Los emblemas del servicio son el pan y la copa — símbolos de Su cuerpo sacrificado y Su sangre derramada. Ya que el pan que Jesús usó al instituir este memorial provenía de la mesa de la Pascua, lo más seguro es que era sin levadura, y es por eso que la Iglesia de Dios (Séptimo Día) lo usa para el servicio de la comunión. A la copa que Jesús compartió se le ha descrito como el utensilio que solamente contenía “el fruto de la vid” (Marcos 14:25); por lo tanto, nuestra practica es usar el jugo de uva como símbolo de Su sangre.

Este servicio lo llevamos a cabo cada año y seguimos el ejemplo de Jesús al incluir el lavamiento de los pies como una práctica de humildad cristiana.

La Cena del Señor es una comunión simbólica con Cristo y Su cuerpo que es la iglesia. Al examinarnos a nosotros mismos, debemos probar nuestras actitudes y conducta con los modelos bíblicos y hacer las correcciones necesarias antes de participar de la mesa del Señor. 

¡Somos bendecidos cada vez que comemos el pan y tomamos de la copa de la Cena del Señor, porque nos recuerda del amor de Jesús hacia nosotros, y del precioso regalo de vida que hemos recibido por Su sacrificio en la cruz! 


 Fechas del Servicio de la Cena del Señor 

 Las fechas designadas para el servicio de la Cena del Señor (después de la puesta del sol) en nuestros calendarios, corresponden al comienzo del día 14 del mes de Nisán en el calendario hebreo:

  • 2024: Tarde del domingo 21 de abril
  • 2025: Tarde del jueves 11 de abril
  • 2026: Tarde del martes 31 de marzo

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